Las denuncias de irregularidades en el sistema electoral por parte de la oposición al chavismo se han convertido en las últimas horas en el tema central de la campaña venezolana para las presidenciales del domingo. La alarma ante la posibilidad de fraude ha traspasado las fronteras del país y por primera vez centenares de líderes políticos y de opinión latinoamericanos han exigido en carta abierta a las autoridades que las elecciones sean limpias. Nueve ex presidentes y 350 parlamentarios de 13 naciones del continente hacen un llamamiento, especialmente alConsejo Nacional Electoral (CNE) venezolano, para que el proceso sea “transparente, libre y equitativo”.
La carta de los ex presidentes, firmada, entre otros, por el peruano Alejandro Toledo, el argentino Fernando de la Rúa, el mexicano Vicente Fox y el costarricense Óscar Arias, comienza declarando el apoyo de la “comunidad internacional democrática” a los venezolanos, para que puedan elegir a sus representantes con garantías “de acceso y uso equitativo de los medios de comunicación y recursos institucionales a lo largo de la campaña, durante el acto electoral y con posteridad al mismo”. A la iniciativa, firmada el lunes y conocida ayer, se han sumado más de 200 personalidades y organizaciones del continente.
Por su parte, más de 300 senadores y diputados latinoamericanos le enviaron a la presidenta del CNE otra carta en la que le exigen la adopción de unas condiciones mínimas para que las elecciones puedan considerarse limpias. Parlamentarios de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Perú, Paraguay y Uruguay hacen suyas cinco reivindicaciones de la oposición venezolana como son el escrutinio total de las papeletas, el uso de tinta verdaderamente indeleble, la retirada de máquinas captahuellas así como la eliminación de la estación de identificación del elector -requisitos previos al sufragio que pueden permitir relacionar la identidad del elector con su voto- , el cese del uso de las milicias del Plan República -son militares los encargados de distribuir y recoger el material electoral- y el castigo implacable del abuso de los recursos del Estado a favor Gobierno.
La nueva preocupación regional por la salud democrática de Venezuela obedece en parte a las denuncias que el candidato opositor Henrique Capriles ha realizado en los últimos días sobre oscuros planes del Gobierno chavista para “torcer la voluntad popular”, así como al cúmulo de irregularidades que rodea su sistema electoral. Entre ellas, el que hace una semana un miembro del partido del Gobierno demostrara públicamente que tenía acceso a la clave secreta de miles de máquinas de votación. El CNE lo ha negado tajantemente e incluso los líderes de la oposición han minimizado el hecho por temor a que el escándalo fomentara la abstención entre sus propios partidarios.
Ludwig Moreno, de la ONG Voto Limpio, que reprocha esa actitud a los antichavistas, señala entre otras deficiencias que el censo electoral que se utilizará en estos comicios “se cerró el 15 de abril de 2012, cuando la ley ordena que esté actualizado con un mes de retraso máximo, por lo que unos 800.000 jóvenes se llevarán el domingo la sorpresa de que no pueden votar”. Además, asegura, los aparatos de votación son máquinas de lotería fabricadas por Olivetti modificadas para que puedan contar votos. Pero aún peor. Moreno recuerda el error de la oposición cuando “en septiembre del año pasado aceptó que 1.513.000 electores que no tenían su huella digital registrada previamente pudieran votar registrándola en el mismo momento de depositar su voto. Es obvio que eso provocó el vuelco electoral que se produjo la tarde del 7 de octubre. El oficialismo ganó por 1.570.000 votos”.
Eric Ekvall, analista de Corporate Strategy Communications, con 30 años de residencia en Venezuela y experto en campañas electorales en América Latina, sostiene que el chavismo tiene un largo historial de “fraude electrónico”, concretamente “desde el referéndum revocatorio del presidente Hugo Chávez en 2004, que se ha ido sofisticando con la llegada de los expertos cubanos”, y que el partido del Gobierno y la CNE son “vasos comunicantes”. Ekvall coincide con Moreno en que el aspecto más desagradable de esta campaña es “la complicidad de parte de la oposición con el Gobierno” en el fraude, sea por amenazas o dinero.
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