Herbert Lee Stivers conserva intacto en su memoria el recuerdo y el remordimiento que le han perseguido los últimos 60 años. Ahora, convencido por su hija, ha proporcionado la solución a una de las mayores incógnitas de la historia: ¿cómo consiguió el nazi Hermann Göring una píldora de cianuro para suicidarse horas antes de ser ejecutado en Núremberg? El soldado Stivers se la dio. Esta revelación acaba con decenas de teorías que habían tratado de explicar cómo llegó la cápsula a la celda de Göring, entre ellas la de que todos los altos mandos del régimen nazi llevaban una píldora de cianuro escondida bajo un falso diente de oro.
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