Todo indica que ha llegado la hora de las definiciones en la Comunidad Andina de Naciones (CAN), ante el riesgo de sumirse en una desintegración de facto. Esto se debería a los acuerdos bilaterales de comercio que han acordado ya dos países del área —Perú y Colombia— con Estados Unidos. Existe la posibilidad de que Ecuador haga otro tanto, a breve plazo, con la que la situación se tornaría casi insostenible para la CAN y sus países miembros. Venezuela y Bolivia han quedado al margen de tales acuerdos, en el primer caso porque fue excluida de negociar el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos por su condición de potencia petrolera mundial, y Bolivia porque no reunió las condiciones jurídicas para participar en la negociación formal, sólo lo hizo en el carácter de observadora. Esta situación podía haber sido superada si acaso el Gobierno actual hubiera comprometido las seguridades jurídicas que exige Estados Unidos para firmar un TLC con Bolivia, tanto para las inversiones de capital como para la protección de los derechos de las empresas que actualmente operan en el país, entre las cuales se hallan algunas de origen estadounidense. No lo hizo hasta ahora más por razones ideológicas que estrictamente económicas, según se conoció. El efecto de los TLCs con Estados Unidos repercute en las preferencias arancelarias que se otorgan recíprocamente las cinco naciones integrantes de la CAN. En realidad, se ha producido una ruptura del tratado 598 sobre la protección de productos sensibles al interior de la CAN, entre ellos de la soya. Venezuela, a pesar de no tener TLC con Estados Unidos, fue la primera en transgredir la norma, al abrir su mercado a la soya del país del norte, con lo que casi dejó de comprar el grano y sus derivados a Bolivia. En estas condiciones, se está quebrando la columna vertebral que sustentaba a la CAN, que es la protección de sus mercados. Como quiera que ello afecta al conjunto del proceso de integración que propugna, lo que corresponde en estos días críticos es que en la CAN haya un sinceramiento sobre lo que se quiere hacer a futuro con el bloque. De momento, lo incuestionable es que se está produciendo un debilitamiento del proceso integrador, lo que crea una gran incertidumbre sobre el porvenir de la CAN. Este fenómeno se produce después que el año pasado se había conseguido batir un récord histórico en el intercambio comercial al interior de la CAN, al situarse éste en los 9.000 millones de dólares. Bolivia es el país más interesado en conservar el mercado preferencial de la CAN, por cuanto le ha permitido superar sus desventajas competitivas en forma alentadora. El año pasado sus exportaciones a la subregión fueron de 459 millones de dólares. Por estas razones, es indispensable que el Gobierno nacional haga los esfuerzos necesarios para mantener viva la llama integradora de la CAN. Sería fatal que, a su vez, la totalidad de sus socios no hagan un esfuerzo supremo en este mismo sentido. Un requerimiento natural de la globalización es que el mundo esté aglutinado en bloques, para facilitar las negociaciones y, por sobre todo, compartir de manera más orgánica sus beneficios. Los países individualmente no cuentan, peor si se hallan en las áreas de la marginalidad.
Editorial del diario La Razón de Bolivia
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