domingo, abril 23, 2006

La energía nuclear y Chernóbil

HACE veinte años, el terrible accidente en la central nuclear de Chernóbil pareció decantar definitivamente el debate sobre la energía atómica en la dirección de los abolicionistas. El vértigo de aquella catástrofe, provocada por una mezcla de deficiencias técnicas y de inexplicables fallos en los protocolos de seguridad de un país, la Unión Soviética, que no tenía controles democráticos, dejó un denso poso de incertidumbre sobre el futuro de una fuente de energía que ya había nacido rodeada de una atmósfera de aprensión. Muchos países, entre ellos España, decidieron abandonar esta tecnología y confiar en el desarrollo futuro de alternativas menos inquietantes. Sin embargo, en estas dos décadas no se ha repetido ningún accidente similar, y la tecnología de las nuevas centrales atómicas ha avanzado hasta niveles que garantizan su seguridad. Siguen existiendo problemas no resueltos, como el del destino de los residuos radiactivos, pero en líneas generales se puede afirmar que en estos años la industria de la energía nuclear ha dado pasos importantes para mejorar sus niveles de seguridad. De forma simultánea, el mundo asiste al progresivo agotamiento de las tradicionales fuentes de energía, los hidrocarburos, cuyo uso está provocando un grado alarmante de contaminación atmosférica, directamente responsable de los cambios climáticos, cuyos efectos devastadores nos estremecen diariamente. A la impresionante evolución económica de China y la India, que repercute directamente en el aumento de la demanda energética, habrá que sumar el arranque del desarrollo de África, lo que añadirá algún día un fuerte incremento del consumo energético mundial. Los expertos afirman que el precio de setenta dólares por barril de petróleo no es un fenómeno pasajero. En este escenario, que España decidiera abandonar el camino de la industria nuclear sólo nos ha hecho más vulnerables a los problemas de abastecimiento, pero no nos protege de los accidentes, puesto que Francia, por citar a uno de nuestros vecinos, ha seguido desarrollando sus centrales nucleares.Ahora sabemos que las alternativas tecnológicas no se habrán desarrollado antes de dos o tres décadas, y que los sistemas basados en energías renovables, a pesar de haber alcanzado un prometedor grado de perfeccionamiento, no pueden compensar los efectos del «parón» nuclear. Cualquier reflexión seria sobre la estratégica cuestión del porvenir energético pasa por dos puntos ineludibles: la reducción del consumo a través de políticas de racionalización y una reflexión seria y valiente sobre la energía nuclear, ajena a la demagogia que desde las filas de la izquierda menos realista todavía rodea al accidente de Chernóbil, reflejo fiel y trágico del descalabro del régimen comunista.
Recomiendo la lectura de este editorial del diario español ABC, que nos viene a Chile como anillo al dedo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario