Aparte buenas palabras, la conferencia de Roma ha dejado en absoluta penumbra las dos necesidades más apremiantes en Líbano: un alto el fuego y el envío de una fuerza de pacificación. Nada se ha concretado sobre cómo conseguir el inmediato fin de un apocalipsis que dura 15 días, ni tampoco a propósito de la naturaleza, composición, mandato o momento de despliegue de los soldados internacionales. Así las cosas, todo apunta a que Israel tendrá tiempo, como quiere Washington, para conseguir limitar con su ofensiva la capacidad militar de Hezbolá y liquidar la consolidación de su base territorial en el sur de Líbano. Condoleezza Rice lo ha expresado en términos diplomáticos: las cosas en Líbano deben quedar arregladas de manera que sea imposible una vuelta al statu quo anterior.
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