Con la instrucción de no tocar las tarifas de servicios públicos ni los generosos subsidios al sector privado por lo menos hasta diciembre, aunque tratando de mantener el superávit fiscal cercano al 3,5% del PBI, ayer asumió el nuevo ministro de Economía, Miguel Peirano, en reemplazo de una shockeada Felisa Miceli, que no estuvo en el acto en la Casa de Gobierno. A las 19.26, Peirano juró por Dios, la Patria y los Santos Evangelios, sabiendo que una buena gestión lo puede posicionar como el ministro de un eventual gobierno de Cristina Fernández de Kirchner -presente en el acto de asunción-, aunque por ahora sea señalado por buena parte del Gobierno y la comunidad empresarial como el "ministro de la transición". Tras jurar, Peirano saludó efusivamente al Presidente, a la primera dama, al vicepresidente Daniel Scioli y al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, mientras sus nuevos colegas lo observaban con una sonrisa; antes, Peirano había abrazado, al igual que otros importantes funcionarios, al secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), Hugo Moyano, que estaba sentado en la primera fila del Salón Blanco de la Casa de Gobierno. Como testigo privilegiado estaba el gobernador cordobés José Manuel de la Sota, invitado a situarse junto con el Presidente y su mujer para evitar su migración al heterogéneo grupo de peronistas disidentes. Pero el economista mimado de la Unión Industrial Argentina (UIA) había tenido su debut anticipado por la mañana, cuando también en la Casa Rosada presentó en una conferencia de prensa una inversión de US$ 100 millones de la empresa japonesa Honda, que instalará su primera planta en el país. En ese escenario, Peirano, en su última aparición formal como secretario de Industria -cargo que podría ocupar la subsecretaria de Política y Gestión Comercial, Leila Nazer- señaló que el Gobierno buscará "generar una industria fuerte y moderna, que compatibilice mercado interno y exportaciones".
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