El asalto de las fuerzas de seguridad paquistaníes a la Mezquita Roja de Islamabad, tomada por islamistas cercanos a Al-Qaeda, oculta en realidad un combate de mayor envergadura para frenar la propagación del fundamentalismo en el país, según estimaron ayer varios analistas. "La tendencia [al extremismo] se ha vuelto más amenazadora. En lo sucesivo amenazará realmente la seguridad interna del país", consideró Rasool Bakhsh Raees, politicólogo de la Universidad de Administración y Ciencias de Lahore, en el este de Paquistán. En su opinión, el propósito de los jefes rebeldes de la Mezquita Roja de desafiar al Estado en pleno centro de la capital era una idea "suicida". "Hacerlo en el corazón de la ciudad era sumamente irracional", dijo. La presencia en Islamabad de este foco extremista terminó siendo una señal de que la militancia favorable a los talibanes se había propagado a todo el país y ya no quedaba relegada a una zona tribal cercana a Afganistán. Las campañas en favor de la proclamación de un Estado islámico, llevadas a cabo por los estudiantes de las escuelas coránicas de la mezquita, oponían frontalmente sus jefes religiosos al presidente paquistaní, Pervez Musharraf, aliado de Estados Unidos en la "guerra contra el terrorismo". El anuncio, hecho por las autoridades, de que los miembros de un movimiento de la red de Al-Qaeda se habían puesto al mando de los islamistas atrincherados en la mezquita confirió una dimensión nacional, o incluso internacional, a los enfrentamientos, según algunos analistas. Esta situación puso ante un dilema al presidente, general Musharraf. Lo resumió muy bien un alto funcionario del gobierno al referirse a la decisión de lanzar un asalto a los militantes atrincherados: "Estaba perdido si lo hacía y estaba perdido si no lo hacía". Y es que si el gobierno hubiera autorizado a los extremistas a salir del recinto y quedar en libertad "habría fortalecido la moral de los radicales y dañado la imagen de Musharraf en Occidente", explicó Jaffar Ahmed, responsable de estudios paquistaníes en la Universidad de Karachi. El auge de los islamistas no deja de ser motivo de reproche a las autoridades, que durante décadas potenciaron a los radicales porque les sacaban partido en Afganistán y en la disputada zona india de Cachemira, aseguró Tauseef Ahmed, profesor de la Universidad Urdú de Karachi.
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