La movilización electoral ha constituido realmente una sorpresa. Nadie esperaba esta participación porque acudir a un colegio significaba jugarse la vida. Sin embargo, las grandes incógnitas no se han resuelto con las elecciones en Irak. Los insurgentes siguen más activos que nunca y el fantasma de la guerra civil planea sobre el país. Al Qaeda no ha logrado evitar que millones de iraquíes se pronunciaran, después de medio siglo sin poder hacerlo con mínima libertad, lo que las fuerzas ocupantes consideran en primer lugar éxito suyo, y ahora promete seguir con su encarnizada guerra santa.
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