sábado, diciembre 17, 2005

El cara o sello de Bolivia

Hoy, Bolivia se las juega a cara o sello. Después de muchos años se presenta una elección presidencial tan polarizada e incierta en la que, por un lado, aparece un indígena populista y de izquierda, como Evo Morales, y, por el otro, un ingeniero graduado en Estados Unidos, tecnócrata moderado, que es Jorge "Tuto" Quiroga. Es una elección crucial, a cara o sello, porque o Bolivia echa la mirada hacia el Tahuantinsuyo, hacia una corriente antihispánica, xenófoba y reivindicadora de las viejas tradiciones "originarias", o intenta, una vez más, combatir la miseria y el atraso abriéndose a las corrientes globalizadoras del mundo actual. Las encuestas le dan una moderada ventaja a Evo Morales, candidato del Movimiento al Socialismo (MAS), sobre Quiroga, representante de una agrupación ciudadana que califican de derecha. Hoy se sabrá cuán grande es la diferencia a favor de Morales, si la hay. Pero si se respeta la letra de la Constitución, Morales necesita el 50% más uno de los votos, por lo menos, para ser elegido Presidente en la primera vuelta. Eso, en Bolivia, es imposible; por lo menos en las últimas dos décadas de democracia. Si Evo Morales no tiene la mayoría citada, tendrá que lidiar con "Tuto" Quiroga, el 22 de enero próximo, en el Congreso. Allí, los parlamentarios elegirán, de entre los dos, al nuevo Presidente por mayoría absoluta de sufragios válidos, en votación oral y nominal. Eso dice la Constitución, pero los bolivianos somos expertos en burlarla con el afán de darle "interpretaciones" que siempre han sido fatales y que han dado al traste con el sistema de derecho. Es de esperar que ahora no ocurra nada similar. Y hay que aguardar que no ocurran interpretaciones antojadizas, porque ya se comenta que si Evo Morales tiene una diferencia de más de cinco puntos, debería ungírselo como Presidente por algo que sin ser legal sería legítimo. Quiroga fue el primero en hacer una propuesta similar, pero entonces todos sus adversarios se negaron a aceptar el reto, por inconstitucional y, tanto como eso, porque temían que obtuviera la primera mayoría. ¿Se podría entender en Chile que Michelle Bachelet hubiera recurrido a la argucia de la legitimidad de su triunfo para zafarse de la segunda vuelta con Piñera? ¿Aceptarían los chilenos que en aras a una presunta legitimidad se violara la Constitución? Es más: ¿se atrevería la señora Bachelet a insinuar, siquiera, algo semejante? Y ojo que el triunfo de la candidata de la Concertación ha sido con una diferencia de 20 puntos sobre el segundo y con una millonada larga de votos. Esto de que lo legítimo está por encima de lo legal hace que en Bolivia nadie respete la Constitución ni las leyes. Es una artimaña hábil en la que ha caído engañado todo el país. De ese modo, estamos, desde hace años, sin Dios ni ley, porque resulta que los presidentes pueden ser legales, pero como para algunos sectores combativos y anárquicos no son legítimos, tienen que irse a su casa o al exilio. Eso ha sucedido con Sánchez de Lozada y Carlos Mesa. Y pasaría también con el actual Presidente si no fuera que ya está de salida. Puede que Evo Morales tenga mayor votación directa que "Tuto" Quiroga, pero puede que Quiroga tenga una mayor representación parlamentaria. Así es la democracia. Evo Morales podrá exhibir sus votos y Quiroga sus senadores y diputados. ¿Es más legítimo tener votos o parlamentarios? ¡Vaya uno a saber! ¡Los parlamentarios surgen del voto popular! Lo que sí parece es que todo esto es un disparate descomunal. Sea como sea, el hecho es que tendremos en el Palacio Quemado a Evo Morales o a Jorge Quiroga. Las antípodas. Hasta Banzer, dictador, y Paz Zamora, izquierdista perseguido y exiliado por el primero, pudieron entenderse y muy bien. Hoy no se puede encontrar un punto afín entre los dos candidatos. Los separa la coca, los hidrocarburos, la inversión, la propiedad de la tierra, todo. Y las amistades también. Evo venera a Chávez y Castro y a su vez tiene un admirador declarado: Ollanta Humala. Alguien que, como Evo, dará mucho de qué hablar.
Fuente: Artículo de opinión escrito por Manfredo Kempff en el diario La Tercera de Santiago

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