jueves, enero 25, 2007

La parálisis de Bush

Muy difícil es imaginarse una situación peor para un presidente norteamericano que los días pasados en que George W. Bush ha tenido que preparar su discurso sobre el estado de la Unión que pronunció el martes ante el Congreso. Mil vergüenzas que cubrir, escasos resultados positivos reales de que presumir y menos ilusiones que ofrecer son poca cosecha. A menos de dos años de su partida, su incapacidad para movilizar un mínimo de confianza parece ya irreversible.
En su llamamiento anual a la nación, centrado principalmente en la agenda política interior, ha pedido confianza a los norteamericanos para reformas sociales y económicas. Ha puesto especial énfasis en una cuestión tozudamente olvidada durante toda su presidencia, como es la diversificación de los suministros energéticos y la conservación del medio ambiente, algo que difícilmente tendrá repercusión alguna durante lo que queda de su mandato, pero que allana el camino para las próximas elecciones presidenciales, en las que el calentamiento global será un tema de primer orden. También ha pedido colaboración a una mayoría demócrata que difícilmente olvidará el desprecio con que fueron tratadas sus propuestas durante años y que sólo podrá dárselo, probablemente, en sus propuestas de política de inmigración.
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