viernes, mayo 11, 2007

Bush, más aislado ahora para defender la guerra en Irak

La decisión de Tony Blair de dar un paso al costado tras 10 años en el poder impactó de inmediato en la Casa Blanca. Su amigo, el presidente George W. Bush, quedó aún más aislado, en especial para defender la agotadora guerra en Irak. Cinco años después de su gestación, la "coalición de los voluntarios", como se calificó a los países que enviaron tropas a Irak, perdió fuerza. Al menos 17 de las 38 naciones se retiraron, incluyendo Italia, España, Japón y Holanda. Y las que continúan allí, sólo aportan 14.200 soldados, el 10% del total. De todo ese contingente, además, el Reino Unido aporta 7200 soldados, poco más de la mitad. Y ésa es una de las razones por las que Blair es, aún hoy, más querido en Estados Unidos que en su propio país. "Extrañaré a Tony Blair", comentó ayer Bush. Lo definió como una persona "notable" y lo consideró un "amigo" sincero. "Encontré que es un hombre que mantiene su palabra. Eso es raro en los círculos políticos en los que estoy", ironizó. Los norteamericanos -los que ocupan espacios de poder en esta capital y los ciudadanos de a pie- lo consideran un líder carismático y preparado. Y aunque comparten con los británicos un rechazo creciente a la guerra, le reconocen a Blair su sociedad monolítica con Bush y, antes, con Bill Clinton. "Se lo considera un político talentoso y un gran amigo de Estados Unidos", comentó el director del Departamento Europa-Estados Unidos de la Institución Brookings, Daniel Benjamin. "En realidad, él ha hecho un mejor trabajo que nuestro gobierno en justificar la guerra", argumentó.
El respaldo de Blair tras los ataques del 11 de Septiembre fue instantáneo. Dijo que Gran Bretaña se mantendría junto a Washington "sin dudarlo". Nueve días después, visitó los restos aún humeantes de las Torres Gemelas y se sentó al lado de Laura Bush cuando su marido se dirigió al Congreso y dijo: "Estados Unidos no tiene amigo más verdadero que Gran Bretaña". Desde ese momento, Blair se convirtió en el principal aliado internacional de Bush en Afganistán y, luego, en Irak. Fue su embajador oficioso ante los gobiernos europeos más reticentes a la invasión, aun cuando un millón de personas marcharon por Londres para repudiar el ataque inminente. Sus críticos lo tildaron de "perrito faldero" de la Casa Blanca, pero Blair mantuvo su sociedad monolítica con Bush. En 2006 cerraron filas otra vez durante la guerra entre Israel y Hezbollah, en el Líbano. Mientras decenas de gobiernos reclamaban un cese del fuego, ellos se opusieron. Por todo esto, su ocaso le depara a Bush un desafío extra: los demócratas que recuperaron el control del Congreso ya aprietan las clavijas sobre su gobierno por Irak (anoche aprobaron la entrega de fondos por tramos para la guerra, pese a la amenaza de veto presidencial); 6 de cada 10 norteamericanos piden que se cierre el capítulo bélico y los republicanos moderados comienzan a distanciarse.
A pesar de los atardeceres políticos de Blair y Bush, sin embargo, los analistas esperan que continúe la "relación vital" que une a ambos gobiernos. El probable sucesor de Blair, Gordon Brown, goza de una fama más áspera que la del líder saliente. Podría mostrarse algo más distante de Bush, según el director del Centro Margaret Thatcher de la conservadora Fundación Heritage de esta capital, Nile Gardiner. "La relación especial va a continuar desarrollándose, poco importa quién está en la Casa Blanca o en Downing Street. Pero su dinamismo y su forma dependerá de las personalidades implicadas", precisó.

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