PERU EL REGRESO:
Alan García será el próximo presidente de la República de Perú tras su triunfo en los comicios del domingo, en los que batió al candidato antiliberal y nacionalista Ollanta Humala. Y es de esperar que, en esta ocasión, García se vuelque -como ha prometido- en ejercer su alta magistratura con decoro y solvencia, no como ocurrió durante su primera legislatura que, de 1985 a 1990, dejó al país sumido en la ruina y enfrentado a la violencia terrorista de la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso.El camino de regreso a la Presidencia de Alan García se inició con su vuelta al país, tras ser amnistiado, y perder por poco frente a Alejandro Toledo. García encabezó la oposición parlamentaria con destreza táctica y paciencia. Así se 'reacreditó' ante sus conciudadanos y pudo contar con el apoyo en bloque del histórico Partido Aprista Peruano, la única gran formación política de Perú, que ahora ha recibido el impagable voto útil del campo conservador, volcado en impedir la victoria del populista Ollanta.
EL MAL MENOR DEL PERU
Tras dejar a Perú sumido en un caos de hiperinflación, corrupción e insurgencia al término de su anterior mandato, en 1990, Alan García, aparentemente más maduro a sus 57 años, ha vuelto a la presidencia tras ganar limpiamente por más de nueve puntos en la segunda vuelta a su rival, el nacionalista Ollanta Humala. Perú ha dado una lección de democracia al aguantar hasta el fin de su mandato al presidente saliente, Alejandro Toledo, que tuvo una caída libre en popularidad a pesar de un crecimiento económico cercano al 7% anual, aunque sin redistribución social, una lección que no han de olvidar sus sucesores. García tiene una tarea ingente ante sí. Debe superar los recelos que genera su desastroso pasado. Además, llega políticamente hipotecado, pues la mitad de su victoria se debe al apoyo de los que en la primera vuelta habían votado por la conservadora Lourdes Flores, a la que García superó por un suspiro de votos. Mucho peruano, como se ha dicho, ha debido "taparse la nariz" ante la urna. García no controla tampoco el Parlamento, donde Humala.
ALAN GARCIA, EL MAL MENOR DEL PERU
La victoria del socialdemócrata Alan García en las elecciones presidenciales peruanas del domingo es un caso insólito y extremo de triunfo del mal menor. Dieciséis años después de dejar la presidencia en medio del caos económico y sospechas generalizadas de corrupción, García vuelve a ser la máxima autoridad peruana porque las clases medias urbanas lo consideran menos perjudicial para sus intereses que el imprevisible exgolpista Ollanta Humala, depositario de una tradición a medio camino entre el populismo, el nacionalismo y el indigenismo, largamente cultivada por el generalato con resultados casi siempre catastróficos.Pero la mayoría relativa conseguida por Humala en el Parlamento, merced al triunfo de sus candidatos en 15 de los 24 departamentos, obligará a una cohabitación que no hace más que sembrar dudas. En primer lugar, acerca de las posibilidades de García de dar continuidad a la regeneración económica iniciada modestamente por el presidente saliente, Alejandro Toledo. Y, en segundo lugar, sobre la tentación de Humala de utilizar su influencia en medios campesinos para lograr con la presión de la calle el poder personal que las urnas le han negado.
Fuente: Editorial del diario El Periódico de España
PERU, TRIUNFO EL MAL MENOR
Haciendo de tripas corazón, una mayoría de peruanos eligió ayer presidente por segunda vez al socialdemócrata Alan García, a pesar de que en su primera etapa dejó una de las herencias más desastrosas que se recuerdan en el país iberoamericano. Ni en las más estrambóticas pesadillas se imaginaban en Perú que volverían a reelegir con alivio a alguien que hace dieciséis años dejó al país ahogándose en sangre, con la guerrilla a las puertas de Lima y con una inflación del 7.000 mil por ciento a cuestas. Pero, obligados a escoger entre lo malo y lo peor, los peruanos se han tenido que creer las promesas del candidato aprista, aunque sólo fuera para evitar que llegase al poder el aspirante populista y neoindigenista Ollanta Humala, al que apoya abiertamente Hugo Chávez. El venezolano ha sido, precisamente, la peor carta de presentación para Humala: es tan evidente lo que el eje Chávez-Castro-Morales representa que a una mayoría de peruanos no les ha cabido ninguna duda de que, por mal que lo haga García en su nuevo mandato, tiene más probabilidades de éxito que Humala siguiendo las excéntricas recetas que predica el caudillo bolivariano.

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