El Gobierno estadounidense ha tenido acceso a los datos bancarios de miles de personas en todo el mundo, escudado en su batalla contra el terrorismo internacional y en paralelo a su programa de escuchas telefónicas y de intervención de correos electrónicos. Así lo desvelan hoy dos de los principales periódicos de ese país, que aseguran citando fuentes oficiales que las autoridades se han hecho con una base de datos de transacciones financieras privadas de gente que, en su mayoría, no tiene nada que ver con grupos terroristas. Según Washington, el Banco Central Europeo estaba al corriente de esta operación. Este programa se puso en marcha poco después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Washington y Nueva York. Su objetivo era rastrear la identidad y las actividades de sospechosos terroristas a partir de sus movimientos financieros. De hecho, lo que hizo fue recabar una inmensa cantidad de datos sobre transferencias internacionales de dinero durante los últimos cinco años, según fuentes oficiales citadas por los diarios norteamericanos The Washington Post y The New York Times. Para ello no hizo uso de órdenes judiciales individuales sino de un poder administrativo para situaciones de emergencia.
Esta operación de espionaje marchaba en paralelo con la realizada por la agencia secreta NSA mediante la intervención de llamadas, correos electrónicos y otras comunicaciones. Fue el subsecretario del Tesoro para asuntos de inteligencia financiera y terrorismo, Stuart Levey, el que desveló anoche en una entrevista en la televisión norteamericana un programa que el Gobierno se ha esforzado al máximo por mantener en secreto.

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