Bajo un cielo azul radiante tras la llovizna caída la noche anterior -quizás de manera artificial-, las banderas rojas ondeando sobre los edificios de la plaza Tiananmen y la policía deteniendo a los peticionarios que intentaban protestar, el primer ministro chino, Wen Jiabao, abrió ayer la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional (APN) con un mensaje agridulce: el país se enfrenta a "dificultades y desafíos sin precedentes" debido a la crisis mundial".
Bajo un cielo azul radiante tras la llovizna caída la noche anterior -quizás de manera artificial-, las banderas rojas ondeando sobre los edificios de la plaza Tiananmen y la policía deteniendo a los peticionarios que intentaban protestar, el primer ministro chino, Wen Jiabao, abrió ayer la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional (APN) con un mensaje agridulce: el país se enfrenta a "dificultades y desafíos sin precedentes" debido a la crisis mundial, pero será capaz de crecer alrededor de un 8% este año.
Para lograrlo, ha puesto en marcha un plan de estímulo de la economía y creación de empleo -anunciado en noviembre pasa-do- por valor de cuatro billones de yuanes (465.700 millones de euros) hasta 2010, cuyos detalles desgranó: más gasto público, cuantiosas inversiones y más dinero para construir una red de beneficios sociales que anime a la población a consumir.
"La crisis financiera global continúa extendiéndose y empeorando. La demanda sigue disminuyendo en los mercados internacionales. La tendencia hacia la deflación global es obvia y el proteccionismo está resurgiendo", dijo en su discurso sobre el estado de la nación en el catedralicio anfiteatro del Gran Palacio del Pueblo. Tras él, los miembros del Politburó le escuchaban; delante, atendían los casi 3.000 diputados llegados de todo el país para, esencialmente, refrendar las decisiones adoptadas previamente por los líderes del Partido Comunista Chino (PCCh). La sesión durará nueve días.
Desde que estalló la crisis en septiembre pasado, miles de empresas exportadoras han cerrado en China por la caída de la demanda extranjera. Como consecuencia, se ha disparado el paro, millones de trabajadores se han visto obligados a regresar a sus pueblos, y ha aumentado el riesgo de protestas contra un Gobierno de partido único, que ha buscado su legitimación gracias al extraordinario desarrollo que ha experimentado el país desde que lanzó las reformas hace tres décadas.
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