La plata, el cinc y otros metales que yacen bajo el suelo boliviano han alcanzado sus precios más altos en décadas, y el presidente Evo Morales ha dedicado su gobierno a tomar una mayor participación del dinero para redistribuirlo entre la mayoría indígena del país. Pero primero tendrá que vérselas con mineros como Marco Taboada. Azotando un mazo contra una veta de plata y mineral de cinc, y con un rollo de hojas de coca abultándole una mejilla, Taboada es como muchos de los aproximadamente 60,000 mineros independientes de Bolivia organizados en pequeñas cooperativas. Todos respaldaron con firmeza la aplastante victoria electoral de Morales en el 2005, pero ahora están listos para enfrentar las acciones del presidente que impondrían un mayor control estatal sobre su industria.
Bolivia es el cuarto mayor productor mundial de estaño, y una fuente significativa de plata y cinc, pero conservó menos de 5 por ciento de las ganancias generadas por la minería, el año pasado. Morales busca cambiar esto, al elevar los impuestos y hacerse cargo del sector, que ocasionalmente ha estado en manos extranjeras, como el caso de la fundidora que incautó a la gigante suiza Glencore en febrero. Pero el reclamar instalaciones de extranjeros es más fácil que desafiar a los mineros independientes, dispuestos a arriesgar sus cortas y difíciles vidas para defender su parte en el auge minero. ''Si nosotros vamos todos allá (a La Paz), todos los mineros, podemos matar a todos los policías con la dinamita porque estamos preparados'', dijo Taboada, de 23 años, a The Associated Press durante una entrevista en las profundidades del Cerro Rico, un pico de color óxido que se cierne sobre la histórica ciudad minera de Potosí. Y su amenaza no carece de fundamentos. En octubre pasado, mineros cooperativistas tomaron la mina Huanuni, operada por el estado, para exigir mayor acceso a sus ricos yacimientos de estaño. Los mineros estatales respondieron a la agresión, generándose una trifulca en la que se intercambiaron disparos y se arrojaron cartuchos de dinamita . Para cuando Morales envió a la policía antimotines para restaurar el orden, 16 personas habían perdido la vida.
Fuente: Diario El Nuevo Herald de Miami

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