En una medida que eleva aún más la tensión entre Rusia y Occidente, y que retrotrae las relaciones diplomáticas a las épocas de la Guerra Fría, Gran Bretaña expulsó ayer a cuatro diplomáticos rusos en represalia por la negativa de Moscú a extraditar al principal sospechoso del asesinato por envenenamiento del ex espía soviético Alexander Litvinenko. La decisión amenaza con desatar una cadena de represalias entre ambos países en momentos de fuerte tensión entre Moscú y Occidente por cuestiones como el escudo antimisiles que Estados Unidos planea instalar en Europa, las disputas por el abastecimiento de energía y el programa nuclear de Irán. "No tenemos otra opción", dijo ayer el canciller británico, David Miliband, al anunciar la expulsión de cuatro diplomáticos que trabajan en la embajada de Moscú en Londres, en protesta por la negativa de Rusia de extraditar a Andrei Lugovoi, sospechoso de asesinar a Litvinenko en noviembre de 2006, en Londres, con una alta dosis de polonio 210, un sustancia radiactiva.
Litvinenko, un ex espía y férreo opositor al presidente Vladimir Putin, falleció tres semanas después de un encuentro con Lugovoi. Poco antes de morir, acusó al Kremlin de haberlo envenenado. La fiscalía británica nombró a Lugovoi, un empresario y ex agente de la KGB, como principal sospechoso. Litvinenko dijo que se sintió mal por primera vez después de una reunión con él en un hotel en Londres. Miliband, que dejó claro que las medidas que anunció en la Cámara de los Comunes fueron tomadas para enviar "una clara señal al gobierno ruso sobre la seriedad de este caso", anunció también la suspensión de las negociaciones con Moscú para facilitar los visados entre ambos países. Además, dijo que se evaluará en términos generales la cooperación con Rusia. Aunque los analistas indican que Gran Bretaña tiene mucho que perder en esta pulseada, en particular en relación con sus intereses económicos, la medida habría apuntado a demostrarle al mundo que el flamante gobierno del primer ministro Gordon Brown no se acobarda ante temas espinosos en política exterior. La reacción de Rusia no se hizo esperar. "Las acciones provocadoras de las autoridades británicas no se quedarán sin respuesta y seguramente producirán las más graves consecuencias para las relaciones ruso-británicas", dijo el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores, Mikhail Kamynin. También un alto responsable de la Duma (cámara baja del Parlamento), Andrei Kokochine, afirmó que Londres "sufrirá más" que Moscú por estas medidas de represalia, principalmente "desde un punto de vista económico". Se refería a los intereses de las empresas británicas en Rusia, fundamentalmente, las petroleras.

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