domingo, julio 15, 2007

Turquía apunta sus tanques contra los kurdos en Irak

La última población turca situada antes de alcanzar la frontera con Irak está invadida por la incertidumbre y el desánimo. "Desde hace dos meses no han dejado de atravesar la ciudad convoyes cargados con material militar", asegura el alcalde de Silopi (50.000 habitantes), Muhsin Kunur, mientras asiste a un mitin electoral bajo el ulular sincopado de cientos de nacionalistas kurdos que le jalean. "Desde hace dos meses no han dejado de pasar convoyes militares", dice el alcalde de Silopi

En un despliegue sin precedentes en más de una década, el Estado Mayor del Ejército ha concentrado hasta 200.000 soldados -apoyados por carros de combate, artillería y helicópteros- en la montañosa frontera por la que se infiltran los guerrilleros del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) desde sus bases en el norte de Irak.

Durante el primer semestre de este año han muerto 205 personas en enfrentamientos armados en el norte de Anatolia: 111 miembros de las fuerzas de seguridad, 109 guerrilleros separatistas y 5 civiles, según un recuento no oficial de la Asociación de Derechos Humanos de Diyarbakir.





Cadetes del Ejército turco- AP

El Gobierno del islamista moderado Tayyip Recep Erdogan -que espera revalidar el próximo domingo (los sondeos asignan a su partido un 40% de intención de voto) la victoria electoral que le llevó al poder en 2002- se las ingenia, mientras tanto, para dar largas a los memorandos del jefe del Estado Mayor, el general Yasar Buyükanit, que exigen el envío de tropas contra los más de 3.000 rebeldes del PKK refugiados en la región autónoma del Kurdistán iraquí.

"No creo que haya una operación de castigo al otro lado de la frontera; sólo es un espectáculo político para las elecciones", asegura Kunur, un histórico líder kurdo que apadrina a la candidata al Parlamento de Ankara Sevahir Bayindir, de 38 años, ante los clanes que corean al ritmo de las chirimías tribales: "El honor de los kurdos no se vende".

Los camioneros que pasan hacia Habur, el puesto fronterizo que conduce hacia Mosul y Bagdad por el valle del Tigris, siguen el ritmo con sus bocinas. En el paisaje agostado por la canícula, los vehículos pesados parecen abrirse paso entre la calima sin apenas tocar el asfalto en una carretera jalonada de cuarteles.

Sólo en la provincia de Sirnak, a la que pertenece Silopi, hay unos 50.000 soldados acantonados, más del doble de la guarnición habitual a partir del verano, cuando el fin del deshielo primaveral deja transitables las rutas de la guerrilla kurda -los mismo antiguos senderos de los contrabandistas- hacia el sureste de Anatolia.

El PKK, incluido en la lista de grupos terroristas de la Unión Europea y de Estados Unidos, se alzó en armas contra el poder central de Ankara en 1984 en una guerra abierta que se ha cobrado unas 40.000 vidas y ha forzado el desplazamiento de cientos de miles de campesinos hacia las áreas urbanas. La captura de su líder, Abdulá Ocalan, desembocó en 1999 en un alto el fuego que no deja de resquebrajarse en los últimos años.

"Los choques entre la guerrilla y el Ejército son inevitables, por eso se ha disparado la cifra de bajas. El masivo despliegue militar en la frontera iraquí ha acabado por bloquear todas las vías habituales del PKK", explica Faruk Balikçi, autor de varios libros sobre el conflicto kurdo. "Aunque nadie se atreve a descartarla, no parece que vaya a producirse una incursión militar a gran escala antes de las elecciones. Ahora sólo se trata de hacer ruido. Más previsible parece que, en función de los resultados de los comicios, el Estado Mayor lance alguna pequeña operación transfronteriza, con una penetración de tal vez cinco o diez kilómetros, con un objetivo más propagandístico que estratégico", sostiene este periodista turco curtido en la guerra de Irak.

Continue leyendo el reportaje del diario El País de España

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

 
Libardo Buitrago / Blog © 2013 | Designed by RA