A quince años de la caída del Muro de Berlín, es atingente formularnos las preguntas ¿ si estamos concurriendo a un nuevo orden mundial?, Y ¿ cuál ha sido el rol de los partidos políticos en nuestra Región?. Tal cual lo proclamara el ex Presidente de los Estados Unidos, George Bush, y fuera avalado por el destacado cientista político Francis Fukuyama, en su libro “El fin de la Historia”, tras el término de la Operación “Tormenta del Desierto”, o como recientemente ha sido bautizada la primera guerra del golfo.
La respuesta es no tenemos un nuevo orden mundial. Lo que derivó de estos cinco hechos: la desintegración de la Unión Soviética; la caída del Muro de Berlín; la reunificación de Alemania; el desplome de la Cortina de Hierro y la Guerra del Golfo, es un mundo más incierto, inseguro, y con muchas fuerzas desatadas, en procura de encontrar un espacio, y lugar.
Tampoco, los atentados del 11 de septiembre del 2001, nos permiten encontrar pistas para afirmar que estamos frente a un nuevo orden global. Por el contrario, este ataque, y los posteriores, donde el terrorismo ha hecho sentir todo el peso de su capacidad de intimidación, nos refleja, un cambio en nuestra civilización, sin que alcance para apuntalar un nuevo ordenamiento global. Y lo más dramático es la constatación que no damos pasos en serio para enfrentar las amenazas emergentes de este cambio: terrorismo, narcotráfico, nacionalismos, corrupción, plagas –nuevas enfermedades-, los canales que facilitan la radicalización de posturas, de pequeños grupos, que al amparo de estas amenazas se nutren de fanatismo religioso, en un brutal intento de imponer sus letales códigos, en una sociedad que el liderazgo mundial no dimensiona, en su impacto, y las incertidumbres de nuestro futuro.
A nivel mundial, los gobernantes son gestores de día a día, y no han dado los pasos necesarios de afirmar los compromisos para una sociedad global con una nueva arquitectura institucional, que facilite enfrentar y vencer a estas amenazas.
En la caída del Muro de Berlín, que es uno de los cinco hechos que cambiaron el paisaje mundial, emblemático en la separación física de una ciudad, como la clara demostración de la irracionalidad que produjo la lucha ideológica, podemos distinguir una fecha en el calendario que encadena a otros acontecimientos, cambian el mundo, pero no se cursa a un nuevo orden mundial.
La segunda pregunta: ¿cuál es el rol de los partidos políticos en nuestra Región?. Nos lleva a establecer que el impacto del término de la guerra fría, tomó desprevenidos a los partidos políticos, que operaron desde la lógica de la división ideológica, se hicieron parte de ella activamente. Su concepto fundamental era trabajar por hacerse de la masa crítica para alcanzar el poder. Gobernar y quedarse el mayor tiempo posible fue su dinámica. Y en esencia no trabajaron por reformularse, modificarse o adaptarse a los nuevos tiempos. Los ideólogos de los partidos, quedaron atrapados en un dilema, mover “clientelas” y no movilizar doctrina, filosofías que enriquecieran los fundamentos de los partidos políticos. Y esta omisión que hizo evidente con la irrupción de movimientos sociales, que llegaron a ocupar los lugares vacíos abandonados por los partidos, y el incumplimiento de las promesas que alimentaron nuestras sociedades.
Se produjo una fractura profunda de estos conglomerados y la primera advertencia la tuvimos con el arribo de Alberto Fujimori, al poder en Perú el año de 1992. Construyó una idea-fuerza y desde allí derribó la política tradicional. En Venezuela, la terquedad que Carlos Andrés Pérez de querer pasar a la historia como el primer venezolano reelecto, desarticuló la cadena de sucesión de Acción Popular. Y así, el paisaje político fue creando un amplio rechazo a esa línea tradicional de promesas incumplidas, sociedades insatisfechas, que deterioraron a los partidos políticos para darle paso a los Movimientos Sociales, con potentes discursos populistas, que llevaron al poder figuras, que solo bajo ese sendero pudieron acceder al gobierno.
El cambio mundial, nos afectó en América Latina, particularmente en la fuente del poder, la democracia, y se produjo una atomización de los partidos llamados tradicionales. De ese modo, en una década, las combinaciones que se han dado para alcanzar el poder, han salido desde la construcción en corto plazo de proyectos político-sociales, sobre las estructuras partidistas, y con ello la inestabilidad también se ha hecho sentir con fuerza.
¿Qué se perdió en el camino?. La idea. La utopía. El objetivo de construir una sociedad mejor. Una parte fundamental de que esto haya ocurrido, lo explica la situación de una sociedad más informada, con mejores expectativas, con mayores demandas a quienes la gobiernan. Nuestros partidos políticos pasaron de motores de ideas a gestores de gobierno. Y existe una evidente diferencia. Si no cambian sus practicas, métodos de enfocar su mirada hacia la sociedad y desde ella, para construir una promesa de un futuro mejor, entonces seguiremos con los sobresaltos de agitación social, efervescencia y turbulencias políticas que nos han llenado el decorado en nuestra Región.
Los partidos políticos, tienen fuerte rechazo, según encuestas y resultados electorales. Crece la abstención, el escepticismo, más por responsabilidad de quienes los conducen, que por la acción de la sociedad, ella solo castiga la ausencia de una visión encumbrando alternativas de origen social y componentes mesiánicos.
Tanta razón tiene el poeta Elliot: “... nunca antes una civilización había convertido tanta información en tanto conocimiento; nunca antes una civilización había convertido tanto conocimiento en tan poca sabiduría”.. Le ha faltado sabiduría a nuestros partidos políticos en América Latina.
La respuesta es no tenemos un nuevo orden mundial. Lo que derivó de estos cinco hechos: la desintegración de la Unión Soviética; la caída del Muro de Berlín; la reunificación de Alemania; el desplome de la Cortina de Hierro y la Guerra del Golfo, es un mundo más incierto, inseguro, y con muchas fuerzas desatadas, en procura de encontrar un espacio, y lugar.
Tampoco, los atentados del 11 de septiembre del 2001, nos permiten encontrar pistas para afirmar que estamos frente a un nuevo orden global. Por el contrario, este ataque, y los posteriores, donde el terrorismo ha hecho sentir todo el peso de su capacidad de intimidación, nos refleja, un cambio en nuestra civilización, sin que alcance para apuntalar un nuevo ordenamiento global. Y lo más dramático es la constatación que no damos pasos en serio para enfrentar las amenazas emergentes de este cambio: terrorismo, narcotráfico, nacionalismos, corrupción, plagas –nuevas enfermedades-, los canales que facilitan la radicalización de posturas, de pequeños grupos, que al amparo de estas amenazas se nutren de fanatismo religioso, en un brutal intento de imponer sus letales códigos, en una sociedad que el liderazgo mundial no dimensiona, en su impacto, y las incertidumbres de nuestro futuro.
A nivel mundial, los gobernantes son gestores de día a día, y no han dado los pasos necesarios de afirmar los compromisos para una sociedad global con una nueva arquitectura institucional, que facilite enfrentar y vencer a estas amenazas.
En la caída del Muro de Berlín, que es uno de los cinco hechos que cambiaron el paisaje mundial, emblemático en la separación física de una ciudad, como la clara demostración de la irracionalidad que produjo la lucha ideológica, podemos distinguir una fecha en el calendario que encadena a otros acontecimientos, cambian el mundo, pero no se cursa a un nuevo orden mundial.
La segunda pregunta: ¿cuál es el rol de los partidos políticos en nuestra Región?. Nos lleva a establecer que el impacto del término de la guerra fría, tomó desprevenidos a los partidos políticos, que operaron desde la lógica de la división ideológica, se hicieron parte de ella activamente. Su concepto fundamental era trabajar por hacerse de la masa crítica para alcanzar el poder. Gobernar y quedarse el mayor tiempo posible fue su dinámica. Y en esencia no trabajaron por reformularse, modificarse o adaptarse a los nuevos tiempos. Los ideólogos de los partidos, quedaron atrapados en un dilema, mover “clientelas” y no movilizar doctrina, filosofías que enriquecieran los fundamentos de los partidos políticos. Y esta omisión que hizo evidente con la irrupción de movimientos sociales, que llegaron a ocupar los lugares vacíos abandonados por los partidos, y el incumplimiento de las promesas que alimentaron nuestras sociedades.
Se produjo una fractura profunda de estos conglomerados y la primera advertencia la tuvimos con el arribo de Alberto Fujimori, al poder en Perú el año de 1992. Construyó una idea-fuerza y desde allí derribó la política tradicional. En Venezuela, la terquedad que Carlos Andrés Pérez de querer pasar a la historia como el primer venezolano reelecto, desarticuló la cadena de sucesión de Acción Popular. Y así, el paisaje político fue creando un amplio rechazo a esa línea tradicional de promesas incumplidas, sociedades insatisfechas, que deterioraron a los partidos políticos para darle paso a los Movimientos Sociales, con potentes discursos populistas, que llevaron al poder figuras, que solo bajo ese sendero pudieron acceder al gobierno.
El cambio mundial, nos afectó en América Latina, particularmente en la fuente del poder, la democracia, y se produjo una atomización de los partidos llamados tradicionales. De ese modo, en una década, las combinaciones que se han dado para alcanzar el poder, han salido desde la construcción en corto plazo de proyectos político-sociales, sobre las estructuras partidistas, y con ello la inestabilidad también se ha hecho sentir con fuerza.
¿Qué se perdió en el camino?. La idea. La utopía. El objetivo de construir una sociedad mejor. Una parte fundamental de que esto haya ocurrido, lo explica la situación de una sociedad más informada, con mejores expectativas, con mayores demandas a quienes la gobiernan. Nuestros partidos políticos pasaron de motores de ideas a gestores de gobierno. Y existe una evidente diferencia. Si no cambian sus practicas, métodos de enfocar su mirada hacia la sociedad y desde ella, para construir una promesa de un futuro mejor, entonces seguiremos con los sobresaltos de agitación social, efervescencia y turbulencias políticas que nos han llenado el decorado en nuestra Región.
Los partidos políticos, tienen fuerte rechazo, según encuestas y resultados electorales. Crece la abstención, el escepticismo, más por responsabilidad de quienes los conducen, que por la acción de la sociedad, ella solo castiga la ausencia de una visión encumbrando alternativas de origen social y componentes mesiánicos.
Tanta razón tiene el poeta Elliot: “... nunca antes una civilización había convertido tanta información en tanto conocimiento; nunca antes una civilización había convertido tanto conocimiento en tan poca sabiduría”.. Le ha faltado sabiduría a nuestros partidos políticos en América Latina.


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