Autor: Sergio Muñoz Bata
UN RETO ENORME EN AMÉRICALa globalización de las pandillas (10 de febrero de 2005)
Estados Unidos 'exporta' al resto del mundo casi 100.000 criminales anualmente.
Estados Unidos 'exporta' al resto del mundo casi 100.000 criminales anualmente.
El problema de las pandillas es antiguo, extenso, complicado y doloroso. En Estados Unidos, las pandillas surgen hacia 1870 en los barrios pobres de ciudades de inmigrantes como Nueva York, Boston o Chicago, cuando los hijos de los inmigrantes se agrupan para defender su territorio y cometer pequeñas fechorías.
Tradicionalmente, ha sido relativamente fácil diferenciar entre los mismos miembros de una pandilla, y entre estos y el crimen organizado. Hoy, cuando el fenómeno de las pandillas se ha incrustado en el marco de la globalización, las distinciones entre pequeños y grandes delincuentes se han ido perdiendo, al igual que la paciencia de la ciudadanía y las autoridades.
Dicen los especialistas que el impacto del cine, la música y otras formas de entretenimiento estadounidense, que glorifican la señalización, los vestuarios y el estilo de vida de los pandilleros americanos, son responsables, en parte, de la proliferación de 'gangs' en Rusia, Alemania, Inglaterra, Holanda y Francia.
En América Latina, no sé cuándo surgieron las pandillas, pero más allá de la inevitable imitación de la cultura estadounidense, hoy las pandillas locales se han fortificado enormemente gracias a la política estadounidense de deportación de criminales extranjeros convictos, en vigor desde 1996.
No cabe el reclamo a Estados Unidos por deshacerse de extranjeros criminales indeseables que, habiendo recibido una oportunidad, no supieron aprovecharla y delinquieron. Pero la justificación de sus acciones no mitiga el hecho de que anualmente Estados Unidos "exporta" al resto del mundo casi 100.000 criminales. En el 2004, 85.000 criminales extranjeros fueron deportados a sus países después de cumplir sus sentencias. Setenta y seis mil fueron deportados a siete países: México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panamá, Colombia y República Dominicana. Nadie sabe cuántos de estos convictos son pandilleros, cuántos criminales de carrera y cuántos son personas que cometieron un error, fueron a la cárcel y perdieron su residencia en Estados Unidos.
Las autoridades estiman que hay cientos de miles de pandilleros activos que roban, secuestran, asesinan y se dedican al contrabando de personas, armas, automóviles y órganos humanos en un área que va de Estados Unidos hasta los países andinos, dejando una huella brutal en las naciones del istmo centroamericano.
En México, las autoridades dicen haber detectado la presencia de pandilleros centroamericanos en 21 estados del país, y la 'Mara Salvatrucha', con sede en el corazón de la 'pequeña Centroamérica', en el centro de Los Angeles, presume de "controlar" la frontera en el sur de México.
En Honduras, en diciembre, los miembros de una 'mara' dieron una muestra de su ignominia ametrallando a los inermes pasajeros de un autobús para mostrarles a las autoridades locales el riesgo de una confrontación.
En términos de seguridad hemisférica, el reto que las pandillas presentan es enorme y ni las autoridades de los siete países ni las de Estados Unidos han logrado elaborar una estrategia sistemática y coordinada para atacar el problema.
El reciente nombramiento de la primera dama, Laura Bush, para presidir un programa de prevención y rescate de jóvenes pandilleros presenta una magnífica oportunidad para darle visibilidad al problema. Un programa así podría servir de ejemplo a los países latinoamericanos que enfrentan un problema del cual solo en parte son responsables.
* Miembro del Consejo Editorial de 'Los Angeles Times'.


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