BOLIVIA: ¿LA CRISIS QUE VIENE? Análisis de Libardo Buitrago

Podríamos estar ante una nueva crisis político-social, cualquiera sea la decisión final del Presidente Carlos Mesa de promulgar o reparar algunos artículos de la Ley de Hidrocarburos. Movimientos sociales han anunciado acciones de fuerza para que se revise el contenido del instrumento legal. A ello, se agrega la postura de las Empresas petroleras que al ver afectados sus intereses presentarán recursos judiciales, al sentir que la nueva Ley contempla una expropiación y un drástico cambio de las reglas de juego. No es confortable la encrucijada en que se encuentra el Presidente Mesa. Promulgar al texto tal cual está, le significará ganar el apoyo de la mayoría de las fuerzas políticas representadas en el actual Congreso, que después de seis meses de debate se pusieron de acuerdo en una Ley que en lo grueso contempla una carga de impuestos total de 50% para los consorcios que están explotando el petróleo boliviano. Las empresas consideran que como la ley obliga a la migración de los contratos de riesgo compartido que firmaron con el Estado boliviano, se trata de un cambio en las reglas del juego. A su vez, se abre una disputa regional por el destino futuro que tendrán los montos de esa recaudación. Los departamentos presionarán para recibir más recursos, y eso supone marchas y protestas. El mandatario tendrá que lidiar con sectores radicales que piden una abierta estatización del petróleo y que saldrán a las calles a luchar para ello. O sea la Ley no les fue suficiente. Si Mesa decidiera no promulgar la Ley, se verá abiertamente enfrentado a los políticos bolivianos . Aún venciendo todos los obstáculos y de quedar vigente la Ley, se abrirá un delicado frente que es el empresarial. Hoy la Cámara de Hidrocarburos consideró que la nueva ley es confiscatoria y precisó que si entra en vigencia hará una presentación judicial para impugnarla ante el Tribunal Constitucional. Carlos Mesa sigue metido en un laberinto del que tampoco se sabe cómo ni cuándo saldrá. Pero crisis, agitación, es lo que le espera en el corto plazo. Y a Bolivia un frenazo de las inversiones extranjeras tan necesarias para el crecimiento económico.