sábado, mayo 07, 2005

Bush admite por primera vez la responsabilidad de EEUU en la división de Europa en la Guerra Fría

El presidente de EEUU, George W. Bush, ha admitido por primera vez parte de la responsabilidad estadounidense en la división de Europa durante la Guerra Fría. En un discurso en el centro de Riga, Bush reconoció que el Día de la Victoria "marcó el final del fascismo, pero no de la opresión". Al recordar las consecuencias de la II Guerra Mundial, Bush admitió parte de la responsabilidad estadounidense en el acuerdo de Yalta "que siguió la injusta tradición de los pactos de Múnich y el Molotov-Von Ribbentrop", por los que Rusia y Alemania acordaron repartirse Europa. "Una vez más, cuando los gobiernos poderosos negociaron, la libertad de los países pequeños resultó, en cierto modo, prescindible", admitió Bush. Los acuerdos de Yalta, suscritos en 1945 por el primer ministro británico, Winston Churchill, el presidente estadounidense, Franklin Roosevelt, y el mandatario ruso, Josef Stalin, también sirvieron para repartir el mundo entre las potencias ganadoras de la guerra. Asimismo, el presidente de EEUU instó a las jóvenes democracias a respetar los derechos de las minorías y el mandato de la ley, que consideró parte imprescindible de una democracia plena. Afirmó que para que una democracia sea completa es necesario, según el presidente de EEUU, "el respeto a los derechos de las minorías, una justicia igualitaria bajo el mandato de la ley y una sociedad influyente en la que todos estén admitidos". "Un país que se divide en facciones y sigue pensando en viejos agravios no puede avanzar y se arriesga a volver a caer en la tiranía", declaró Bush. El presidente aludía así a las acusaciones de Moscú de que los países bálticos discriminan a la minoría rusohablante, y que en Letonia representan más del 20% de su población. El discurso de Bush es el último acto oficial del presidente estadounidense en Letonia, la primera etapa de su gira de cinco días que le llevará también a Holanda, Rusia y Georgia y que pretende conmemorar el 60 aniversario del fin de la II Guerra Mundial y recordar la importancia de la democracia. Esta primera etapa se ha visto marcada por la polémica entre los países bálticos -Estonia, Letonia y Lituania- con Moscú, a la que reclaman que se disculpe por la ocupación soviética que duró cincuenta años y comenzó con el fin de la guerra. La visita también ha generado suspicacias en Rusia por lo que consideran una intento de Bush de intervenir en su "patio trasero". Bush quiso restar importancia a los temores rusos y repitió el mensaje ya enviado en una rueda de prensa previa con los mandatarios bálticos, que "todos los países que rodean Rusia se beneficiarán de la diseminación de la democracia, y también se beneficiará la propia Rusia". En alusión a los temores rusos de que los nuevos regímenes lleven a su aislamiento, el presidente aseguró que "EEUU tiene países libres y pacíficos en su norte y su sur y no nos consideramos rodeados. Nos consideramos bendecidos". El presidente expresó su esperanza de que la democracia pueda extenderse el año próximo, cuando están previstas elecciones, a Bielorrusia y, en un futuro, a Oriente Medio. Bush aseguró también su compromiso con los progresos democráticos en Moldavia, "donde los líderes han prometido expandir la libertad de prensa, proteger los derechos de las minorías y hacer las instituciones de Gobierno más responsables ante la ley".

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