Se impuso la sensatez y la cordura. El Perú y Chile han puesto término a las tensiones bilaterales que provocaron la venta de armas chilenas al Ecuador en pleno conflicto del Cenepa, lo cual es ante todo una buena noticia. Este es el editorial del diario limeño El Comercio. Finalmente, ambos gobiernos pusieron sobre la balanza lo que ganaban y perdían al mantener un desentendimiento, probablemente bienvenido para ciertas posturas chauvinistas, soberbias y también oportunistas, pero nefasto a la hora de erradicar viejos prejuicios, garantizar la estabilidad de nuestra difícil vecindad y la vigencia de proyectos de complementación económica.
Chile hizo lo que debía: poner "en conocimiento formal las explicaciones y excusas por los hechos ocurridos en enero-febrero de 1995", como se indica en la resolución conjunta suscrita por los dos países. Como señalamos en esta columna, "si el país sureño incurrió en el exceso de vender armas al Ecuador durante el conflicto del Cenepa en 1995, no debiera haber impedimento para que reitere en público las disculpas que por dicha falta presentó oficialmente al Gobierno del Perú". El Perú, por su parte, ha expresado su satisfacción por un gesto diplomático que, en sí mismo, responde al desagravio de un socio económico y de una nación vecina que fue garante de la paz peruano-ecuatoriana. Pero hoy, superada la crisis, es necesario que el Gobierno mire para adelante, atienda los temas bilaterales pendientes, así como los proyectos que sostiene con Chile. Más aun, lo que el país espera es que nunca más se politice un asunto de Estado que debió tratarse en el ámbito de las cancillerías. Hay que poner cerrojos a estos apresuramientos y desviaciones, sobre todo en un año electoral que se avizora complejo y confrontativo. Las relaciones con nuestros vecinos, como señaló el embajador De la Puente Radbill, siempre han estado llenas de recelos, lo cual no implica que no podamos superarlos al amparo de la diplomacia y la equidad, sin ceder a chauvismos o populismos.
Chile hizo lo que debía: poner "en conocimiento formal las explicaciones y excusas por los hechos ocurridos en enero-febrero de 1995", como se indica en la resolución conjunta suscrita por los dos países. Como señalamos en esta columna, "si el país sureño incurrió en el exceso de vender armas al Ecuador durante el conflicto del Cenepa en 1995, no debiera haber impedimento para que reitere en público las disculpas que por dicha falta presentó oficialmente al Gobierno del Perú". El Perú, por su parte, ha expresado su satisfacción por un gesto diplomático que, en sí mismo, responde al desagravio de un socio económico y de una nación vecina que fue garante de la paz peruano-ecuatoriana. Pero hoy, superada la crisis, es necesario que el Gobierno mire para adelante, atienda los temas bilaterales pendientes, así como los proyectos que sostiene con Chile. Más aun, lo que el país espera es que nunca más se politice un asunto de Estado que debió tratarse en el ámbito de las cancillerías. Hay que poner cerrojos a estos apresuramientos y desviaciones, sobre todo en un año electoral que se avizora complejo y confrontativo. Las relaciones con nuestros vecinos, como señaló el embajador De la Puente Radbill, siempre han estado llenas de recelos, lo cual no implica que no podamos superarlos al amparo de la diplomacia y la equidad, sin ceder a chauvismos o populismos.
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