El editorial del diario El Comercio de Lima de su edición del día de hoy me parece muy interesante y recomiendo su lectura. Dice lo siguiente:
Qué difícil para El Comercio, un diario de tan profundo sentimiento nacionalista, tener que abordar críticamente, en este editorial, la forma como se han desarrollado los acontecimientos y, sobre todo, como se han manejado diplomáticamente, en el tema de nuestras relaciones con Chile. Mucho nos hubiera gustado hacer una cerrada defensa de la posición de nuestra Cancillería. Pero no podemos cegarnos ante una realidad tan evidente, que nos obliga a ser claros ante nuestros lectores. Debemos empezar señalando que el desagradable problema diplomático debe resolverse adecuada y prontamente dentro de los canales e instrumentos correspondientes. Si, como se ha confirmado estos días, el país sureño incurrió en el exceso de vender armas al Ecuador durante el conflicto del Cenepa en 1995, no debiera haber impedimento para que reitere en público las disculpas que por dicha falta presentó oficialmente al Gobierno del Perú. Estas, según se ha revelado ahora, se mantuvieron inexplicablemente en el ámbito de lo privado, en lo que corresponde también responsabilidad al régimen fujimorista. Más allá de cuestiones formales, el fondo del asunto es muy grave, pues significaría que Chile incumplió su palabra y su compromiso de garante del Protocolo de Río de Janeiro. Y como elemento perturbador adicional está el hecho de que el nuevo secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, era el canciller chileno en 1995. LA FORMA HACE AL FONDO En lo que corresponde a la Cancillería Peruana, hay que lamentar la falta de oportunidad y los procedimientos equivocados con que ha manejado un caso tan delicado: justo cuando el país había reaccionado con indignación ante un video denigrante de Lan Perú y cuando era inminente la elección del ministro del Interior chileno, Insulza, como secretario general de la OEA, que colocaba a nuestro país en una incómoda y solitaria situación ante la comunidad americana. Igualmente, llama la atención que, quizás por un sesgo apasionadamente político, se haya forzado algunas exigencias del procedimiento diplomático. Por ejemplo, al presentar la nota de protesta a Chile solo después de que su contenido se hiciera público a través de la prensa. Tampoco se incluyó allí el reclamo por disculpas públicas. Y luego, parece una exageración que el Gobierno Peruano haya procedido a cancelar mecanismos de confianza mutua con Chile como el sistema 2 + 2, cuya necesidad se hace ahora más clamorosa. LA SALIDA NECESARIA En cuanto a la respuesta chilena, esta ha pasado de la reflexión a la cerrada defensa de lo que para su cancillería es un tema superado y de que en su momento se dieron las disculpas oficiales del caso. El asunto tiene que ser explicado y resuelto por ambas partes en lo que corresponde, antes de que se vaya de las manos. Como nos ha enseñado la historia, es mucho lo que tenemos que perder ambos países con este tipo de desentendimientos que solo reavivan viejos prejuicios. Claro que hay que defender firmemente el interés nacional y todos los asuntos relativos a nuestra soberanía. Pero ello debe hacerse con coherencia y objetivos claros, y sin ceder a sentimientos chauvinistas que ponen en riesgo la estabilidad de una vecindad importante y promisorios proyectos de complementación bilateral.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario