miércoles, mayo 11, 2005

Luego de 60 años se le reconoce a los rusos su rol en la II Guerra Mundial

Rusia llevaba 60 años esperando una celebración como la que tuvo lugar el fin de semana en Moscú: un gran homenaje rendido por líderes del mundo entero en reconocimiento a su lucha y su sacrificio durante la II Guerra Mundial. Los líderes soviéticos, y más tarde los de los países desgranados de la federación comunista, consideran, con razón, que las circunstancias políticas de la Guerra Fría impidieron que se concediera a la URSS todo el mérito debido en la victoria. Mérito que demuestran las cifras de manera abrumadora, pues fue el país que más víctimas aportó en la contienda: 27 millones, en contraste con 11 millones de chinos, casi 7 millones de polacos, 5 millones de alemanes, 2 millones de japoneses, 810 mil franceses, medio millón de británicos, 410 mil italianos y 300 mil estadounidenses. Fuera de ello, más de tres cuartas partes de las bajas alemanas fueron obra de las tropas soviéticas, que ofrecieron resistencia heroica a Hitler en su territorio y luego contribuyeron a liberar los territorios ocupados. Ocurrió después que la URSS estableció una oprobiosa hegemonía sobre los países del Este, se anexó algunas repúblicas independientes y sostuvo un tenso enfrentamiento con las potencias occidentales hasta 1989. Durante este tiempo, prácticamente celebró sola las fechas redondas del triunfo aliado y se resignó a ver cómo en el cine, la literatura y la propaganda occidentales se minimizaba hasta la insignificancia su papel en la guerra. Por eso aguardaba el sexagésimo aniversario con ganas de desquite, y esta vez obtuvo los honores que esperaba. Medio centenar de jefes de Estado y de gobierno, encabezados por George W. Bush, asistieron el lunes al gran desfile militar conmemoratorio, depositaron claveles rojos en el monumento a los soldados caídos, escucharon el discurso patriótico del presidente Vladimir Putin, oyeron el tañido de 350 campanarios moscovitas y asistieron a los fuegos artificiales nocturnos. Ese mismo día, o la víspera, otros lugares, entre ellos Holanda, el campo de concentración de Mauthausen (Austria) y Berlín, también celebraron los 60 años de la capitulación nazi. Pero los actos de Moscú opacaron a los demás.

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