jueves, julio 14, 2005

El perfil de uno de los terroristas

ROBERTO BÉCARES Enviado especial del diario El Mundo de España, tra esta crónica sobre uno de los jóvenes terroristas que actuó en los ataques del pasado jueves -hace ya una semana-
A Hasib Tar Hussain, de 18 años, no le van a echar de menos en su barrio, Holbeck, un suburbio de Leeds, donde trabajadores de clase media-baja, muchos de ellos británicos, ven cómo una imagen de su barrio —"un sitio normal, como cualquier otro", dicen—, ha dado la vuelta al mundo. Es como si Hussain nunca hubiera existido. "Apenas le veías por la calle. Cuando me contaron que era el terrorista del autobús no me lo creí. Tuve que verlo en las noticias", cuenta Rasheed, un vecino. Pasó por su barrio de puntillas, donde casi no se cruzaba con él ni la familia de la casa de al lado. "No le veía mucho, pero cuando lo hacía sólo nos decíamos hola y adiós. Iba siempre metido en su mundo, como si estuviera pensando en algo. Tenía perilla y era bastante alto. A su hermano lo conozco más porque las pasadas navidades vino a arreglarme la calefacción". El paso de Hasib por el instituto, el Matthew Murrai High School, a 200 metros de su casa, donde como en todos los de la zona, los carteles están escritos en inglés y en árabe, fue fugaz.
Fachada de la casa donde vivía Hussain.
Viaje a Pakistán
Abandonó el centro hace dos veranos sin lograr ningún título. La dirección del instituto ha hecho público que acudía frecuentemente a clase y que en su expediente no figura ninguna incedencia particular. Tras su paso por el centro comenzó a llevar una vida desordenada. "Se volvió un poco salvaje", asegura un vecino. Fue entonces cuando sus padres lo enviaron a Pakistán, donde ellos habían nacido y crecido. Hussain también visitó la Meca durante aquel viaje. Cuando volvió a Reino Unido, el joven se había transformado. Según cuenta los que lo conocen, parecía que había sufrido un "lavado de cerebro" al convertirse en un devoto musulmán. Antes de partir a Pakistán solía vestir con ropas occidentales, a su vuelta su atuendo habitual era una túnica islámica. Eran notorias sus particularidades. "No se metía con nadie. Buen chico, pero un poco raro. Nunca hacía cosas que le prohibiera su religión, como fumar o beber", explica Neil, un compañero de su clase. Instituto donde estudió el terrorista. (Foto: Roberto Bécares)Parece que la vida de Hasib, que también tenía una hermana pequeña, se desarrollaba sólo en su mente. Los que viven por su zona no le recuerdan ningún grupo de amigos. "Que yo sepa no tenía ningún grupo de chicos con los que salir y sentirse en un parque a contar sus cosas, no sé... tenía edad para ello, ¿no? Es lo natural, pero siempre le recuerdo sólo", afirma un hombre de mediana edad que vive en la calle paralela y que prefiere no decir su nombre. La desconexión de la familia Hussain con su entorno explica que nadie siquiera sepa cuál fue la reacción de los padres, Mahmond y Maniza, o dónde se encuentran ahora mismo, cuando su casa sigue tapada por un plástico blanco y los investigadores siguen con sus pesquisas. Según ha relatado la prensa británica, su madre alertó a la policía después de que se produjera la primera explosión, lo que hizo que se iniciaran las primeras pesquisas. A los que conocían a Hasib no parecen cuadrarles las cuentas. "Todo es muy raro, era un buen tío, que solía jugar al cricket —como Shehzad—, es cierto que era un poco tímido, apenas hablaba, pero te acercabas a él y era muy amable", cuenta un compañero suyo del instituto, que no entiende que periodistas de medio mundo coloquen a su barrio en el punto de mira. "Ahora es como si todos los musulmanes fuéramos los malos y todo el mundo se tuviera que enterar. No es justo".

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