En los 80, el popular cubo mágico cautivó a miles de inocentes que pretendían hacer que cada lado quedara de un sólo color. Varias décadas más tarde, en Japón están ideando una versión deluxe y los fanáticos se pasan tips para superar el récord mundial de los 15,89 segundos… Fue una época de políticas nucleares arriesgadas, guerras comerciales y peinados decididamente inciertos. Pero en Japón, a principios de los años 80, también se la recuerda como el apogeo de un enigma de plástico que distrajo a millones de chicos. Después de 25 años, el cubo Rubik vuelve a ponerse de moda, esta vez de la mano de japoneses nostálgicos de treinta y pico de años y de chicos que aparentemente se están cansando de los videojuegos complicados.
El cubo, inventado por el escultor y arquitecto húngaro Emo Rubik, fue un éxito instantáneo cuando apareció por primera vez en Japón, en 1980. Se vendieron más de 4 millones de cubos en los primeros ocho meses. La gente hacía fila en las tiendas durante horas para echarle mano a alguno. En total, se vendieron más de 8,5 millones de cubos en Japón, mientras que las ventas a nivel mundial alcanzaron la friolera de 300 millones de acertijos de plástico. “A diferencia de otros productos que resultaron exitosos, el cubo sobrevivió, incluso después de que terminó el primer boom”, dijo Kazuhiro Ishimoto de Megahouse, que comercializa el cubo en Japón. Las ventas de este año ya rondan las 150.000 unidades –cinco veces más que el año pasado– y Megahouse espera llevar vendidas medio millón a fin de año. El cubo Rubik también se vio beneficiado por una tendencia reciente hacia los ejercicios mentales que, según algunos expertos, mejoran el coeficiente intelectual y alejan los síntomas de demencia. Además del cubo original de tres por tres, los entusiastas japoneses están echando mano a versiones más grandes, entre ellos el modelo Revenge, que tiene 16 cuadrados de cada lado y mantienen a los adictos informados sobre los tiempos récord a través de weblogs en Internet.
El cubo, inventado por el escultor y arquitecto húngaro Emo Rubik, fue un éxito instantáneo cuando apareció por primera vez en Japón, en 1980. Se vendieron más de 4 millones de cubos en los primeros ocho meses. La gente hacía fila en las tiendas durante horas para echarle mano a alguno. En total, se vendieron más de 8,5 millones de cubos en Japón, mientras que las ventas a nivel mundial alcanzaron la friolera de 300 millones de acertijos de plástico. “A diferencia de otros productos que resultaron exitosos, el cubo sobrevivió, incluso después de que terminó el primer boom”, dijo Kazuhiro Ishimoto de Megahouse, que comercializa el cubo en Japón. Las ventas de este año ya rondan las 150.000 unidades –cinco veces más que el año pasado– y Megahouse espera llevar vendidas medio millón a fin de año. El cubo Rubik también se vio beneficiado por una tendencia reciente hacia los ejercicios mentales que, según algunos expertos, mejoran el coeficiente intelectual y alejan los síntomas de demencia. Además del cubo original de tres por tres, los entusiastas japoneses están echando mano a versiones más grandes, entre ellos el modelo Revenge, que tiene 16 cuadrados de cada lado y mantienen a los adictos informados sobre los tiempos récord a través de weblogs en Internet.
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