La sorpresiva aparición en territorio chileno del ex presidente peruano Alberto Fujimori, tomó desprevenidos a chilenos y peruanos, más todavía cuando los ojos estaban puestos en el desarrollo del impacto provocado por la aprobación de la Ley de Fijación de Bases, de la cual nacerá muy probablemente para Perú un nuevo perímetro nacional y su contorno. A cinco meses de las elecciones en Perú, las que ocurrirán el 9 de abril de 2006 y cuando los candidatos de los diferentes partidos ya se están inscribiendo ante las autoridades electorales, Fujimori dejó caer un golpe maestro, lleno de pericia, con un cálculo milimétrico, apuntando a un solo objetivo: regresar a la arena política, mediante la disputa del poder político en su país. En este horizonte, diseño y ejecutó un plan estratégico, de manera de quedar lo más cerca posible de retornar a ser un actor político gravitante en Perú. Su principal barrera, la constituye una valla de juicios que tiene por delitos que van desde actos de corrupción, hasta violación de los derechos humanos, acumulando 22 causas por las que está siendo procesado. Sobre sus espaldas cuelga una inhabilidad política, hasta 2010, extendida para quitarle las tentaciones de un regreso, a la primera línea, de modo de cerrarle por ese mecanismo el paso a la vida activa de la política. Sin embargo, Fujimori dejó atrás el exilio dorado en Japón, la protección que se le antepuso a los requerimientos de extradición, que por años el gobierno y la justicia disputaron con la nación de los ancestros del ex gobernante. Fujimori avisó de varias formas la clara intención de su regreso: lo hizo en su página web -convertida en su medio de comunicación- y en su programa radial. Le expidieron pasaporte en el consulado peruano, de modo que su primer mensaje fue: fui en el pasado peruano y ahora vuelvo a retomar la nacionalidad, manifestada en esa acción, para esbozar la hoja de ruta que trazó en su mente para llevarlo al Palacio Presidencial. El emprender un viaje, de la forma en lo que hizo, y arribar al aeropuerto Arturo Merino Benítez, es una obra de fina ingeniería política, con dos grandes carambolas: ocupa la ecuación tiempo y espacio, más la oportunidad en que ocurre su aterrizaje en Chile, involucrado en una fuerte discrepancia diplomática respecto a la interpretación y reconocimiento de la validez de los tratados firmados para la delimitación marítima y terrestre.Los asesores jurídicos y políticos le dieron luz verde para ubicarse en Chile y testear mediante nuestro sistema judicial la fuerza de las causas en su contra. El proceso de extradición formalmente pedido por las autoridades peruanas, fue recepcionado por la justicia chilena, y para ello se debe tener en consideración tres puntos centrales: que el imputado tenga causas abiertas, que esas imputaciones de delitos tengan equivalencia en Chile, y que la pena de presidio sea mayor a un año. Para llegar a constatar estos elementos, debe allegarse al magistrado que instruye el sumario todos los antecedentes de manera que se estudien y se presenten a la Audiencia Pública, cuando esta sea citada para efectos del juicio público y oral, establecido en la nueva Reforma Procesal Penal. Dado que nuestro sistema judicial califica las acusaciones penales y pruebas contra un prófugo antes de aceptar una extradición. En otros países sólo se evalúa si el pedido de extradición proviene de una autoridad judicial competente, si existe concordancia del delito en la legislación nacional y si no hay persecución política. La situación es diferente en nuestro país. Aquí, junto a los requisitos antes mencionados también se evalúa la validez e idoneidad de las pruebas y si éstas demuestran la comisión del delito imputado, antes de aceptar una extradición. Por eso, no resulta extraño que sus abogados al presentar los alegatos a favor de su defendido intenten medir cuáles son aquellos delitos que se le pueden sacar de encima a Fujimori, y pesar la fuerza con la que actuará la justicia peruana ante el Tribunal chileno que llevará el encauzamiento. Sin duda, un duelo que tendrán que librar los equipos de abogados, tanto los querellantes o recurrentes a pedir la extradición como los que contrate Alberto Fujimori para esta comparecencia. En la perspectiva de la relación bilateral entre Chile y Perú, si todo el curso futuro queda referido exclusivamente a esperar el fallo de la Corte Suprema de Justicia, en cumplimiento de las instancias que se señalan se deben cumplir para acoger, cursar y tramitar un pedido de extradición, como el que nos ocupa, no debería haber ningún sobresalto. Se actuará en Derecho y conforme a nuestro marco jurídico. Es decir, el peso y valor de las pruebas y los contra argumentos que de ella realice la defensa del imputado. Por lo tanto, si los políticos de ambos países logran contenerse de participar y evitan atizar este asunto, no tiene porque ser un componente adicional en una deteriorada relación, tras la aprobación de la Ley de Fijación de Bases.Si Alberto Fujimori trazó este magistral plan, Chile es una mera estación en la ruta de la búsqueda de su objetivo político y nuestra institucionalidad está precisamente para darle plenas garantías a los ciudadanos y seguridades a los Estados, que el sistema jurídico está para impartir justicia, auxiliar a la justicia de otros países cuando se solicite, siempre y cuando sea dentro del marco que establece la Constitución Nacional. En consecuencia, se debe dejar en la esfera que corresponde -la judicial-, y aunque sea un caso de repercusiones mundiales, como en efecto lo ha sido, esperar la sentencia que se adopte conforme a Derecho y cómo lo dice el Derecho. Por eso se ha reiterado que Chile cumple y honra los tratados vigentes. Existiendo un tratado de extradición entre Perú y Chile, lo atingente es cumplirlo. Por lo demás Chile es un paso en la ruta de Fujimori. Sólo él sabe de los cálculos y riesgos que asumió en este paso que devela, por cierto, los apoyos que cuenta y la capacidad de sorprender, porque algo de estrategia sabe el ex gobernante, que en esta pasada la dejó de manifiesto. ¿Le saldrá tal cual la pensó en función de su objetivo? Sólo el tiempo tiene la respuesta.
Artículo de Análisis que publica hoy El Diario Financiero de Chile.


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