En los próximos meses la democracia peruana va a enfrentar un desafío de supervivencia a través de la confrontación con su enemigo principal: Alberto Fujimori. Para poder triunfar frente a esa amenaza es imperativo entender y calibrar con precisión la estrategia del ex dictador. Aconsejo empezar asumiendo dos premisas: 1) Fujimori es un enemigo astuto y calculador a quien se debe enfrentar con la mayor seriedad, alerta y decisión; y, 2) aunque sea cómodo y reconfortante pensar en Fujimori como un cobarde, éste no lo es. Para Fujimori, lo que interesa en un conflicto es el resultado, y los conceptos de valentía o cobardía se subordinan a ese fin. Si lo práctico es retirarse y correr, lo hará sin problemas éticos o estéticos. Si, por lo contrario, una maniobra imprevista requiere audacia y un cierto nivel de riesgo, el ex dictador la emprenderá siempre y cuando el resultado potencial sea promisorio. Su estrategia está configurada por los siguientes términos y obstáculos: 1) La limitación de tiempo por el inminente inicio de la campaña. Fujimori debe haber logrado inscribir su candidatura presidencial el 9 de enero para poder intervenir en las elecciones; 2) la inhabilitación legal y los graves cargos que enfrenta en el poder judicial. Fujimori tiene que haber doblegado lo segundo antes de que se cumpla lo primero. Dispone de poco tiempo. Sus alternativas prácticas son: una variación del "votar por Cámpora para elegir a Perón", en la que Fujimori intervenga activamente en la campaña con un piquichón designado para burlar el proceso; o subvertir el cronograma y el proceso electorales y forzar uno nuevo bajo sus términos. Como es obvio, una estrategia así implica forzar, torcer y hasta fracturar el sistema legal. Requiere crear situaciones de conmoción, de desorden y de intimidante presión en las calles; mientras se coacta o soborna a las autoridades judiciales y electorales, para forzar su inscripción y su impunidad. Es una tarea que el fujimorismo intentará realizar con su complemento perverso: el humalismo y con alguna otra complicidad. El eje de acción del fujimorismo será la guerra psicológica, cuyo primer movimiento ha sido el gambito chileno. Será una campaña con muchos medios y con poderosos cómplices, organizada en una red medio clandestina que continuará emergiendo paulatinamente, o se sombreará si le va mal. ¿Qué hacer frente a ellos? ¡Vencerlos! Lo hicimos el año dos mil luchando cuesta arriba. Ahora hay que despercudirse, concentrarse, preverlos, luchar y no parar hasta vencer.
Gustavo Gorriti. Codirector de La República de Lima
No hay comentarios.:
Publicar un comentario