La apertura del mercado chileno para la casi totalidad de los productos bolivianos tiene que interpretarse como un primer paso conducente a entendimientos mayores. Por algún lado tenía que empezar este acercamiento y se lo ha hecho por uno de los más significativos: el comercio. Los pueblos, desde siempre, han procurado tener las mejores relaciones con los vecinos precisamente para intercambiar sus productos. De manera que lo que se ha hecho, esta vez, cuenta con el sustento de la historia, lo cual suele traducirse en una sólida cimentación de las relaciones de mutuo beneficio. Bolivianos y chilenos tienen que esperar, ahora, que el comercio binacional fortalezca los lazos de complementariedad y esencialmente de la amistad. Sin estos requisitos, nada se puede esperar que prospere. Hay que remarcar, además, que la apertura chilena es de una sola vía, esto es que Bolivia tendrá la opción a vender a su vecino trasandino más de 6.000 productos desgravados de aranceles, o sea, casi todo el universo de productos existentes. En tanto, Bolivia demorará un tiempo prudencial para otorgar la reciprocidad. En los hechos, lo que se está buscando es que desaparezcan las asimetrías actuales en el comercio binacional. Esas asimetrías desfavorecen a Bolivia en la proporción de tres a uno. Con el paso dado por los presidentes Eduardo Rodríguez y Ricardo Lagos, lo que se busca es que desaparezca esa diferencia y que, más bien, tenga un vuelco, esto es que en el futuro cercano Bolivia lleve la ventaja, hasta tanto se compense el déficit que tuvo su comercio con Chile durante varios años. En tales circunstancias, el reto es para Bolivia. Deberá aprovechar al máximo la facilidad que se le concede. Con la salvedad de unos tres productos, los bolivianos tienen las puertas abiertas de Chile para venderle todo lo que puedan. Inicialmente, Bolivia planteó que la apertura chilena fuera para 80 productos, lo que quiere decir que es una canasta disponible. Por ahí, entonces, se deberá empezar, para luego avanzar a muchos otros productos más, de tal forma que el país se beneficie plenamente. Tanto la Cancillería como el Ministerio de Desarrollo Económico harían mucho bien en difundir intensivamente las listas de productos que pueden ser motivo de exportación a Chile. De esta manera, se despertaría el interés de los empresarios en actividad, así como de emprendedores que se hallan en busca de oportunidades, para sumarse al empeño de revertir a favor de Bolivia el comercio con Chile. Esta información no debe quedarse en los cajones de la burocracia, tiene que trascender al público. Una vez que haya fluidez en el comercio entre los dos países, en los hechos se habrá tendido los puentes necesarios que viabilicen la solución pendiente: el retorno de Bolivia al mar. Una vez distendidas las diferencias, es de esperar que el camino para sellar, en definitiva, la amistad boliviano-chilena, quede totalmente abierto. Se celebra pues el advenimiento de este primer paso. Las perspectivas de las relaciones boliviano-chilenas pueden ser más que promisorias. Habría, incluso, las condiciones para concretarse en una integración económica de alcances no conocidos hasta ahora en Sudamérica.
Editorial del diario La Razón de Bolivia.
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