Tras el pronunciamiento electoral del 23 de octubre último, el gobierno del presidente Néstor Kirchner parece estar convencido de que puede conducir su acción de gobierno con una actitud de autosuficiencia y de espaldas a los sectores que no comparten sus proyectos o su credo político. Si realmente considera que es legítimo conducir los asuntos públicos de una nación de esa manera, está claro que incurre en un gravísimo error. En este tiempo, ningún gobierno del mundo puede prescindir del diálogo permanente con las distintas fuerzas del espectro político y, muy particularmente, con los sectores de oposición. Menos todavía del diálogo en su propio interior, con una rigidez que termina eliminando a todo aquel que se anima a disentir. Si dirigimos una mirada al mundo exterior y revisamos los conceptos y las pautas con que se gobiernan las democracias sólidas, maduras y prósperas, advertimos que el diálogo y la interdependencia entre las distintas fuerzas políticas han pasado a ser instrumentos de fundamentalísima importancia.
Fuente: Diario La Nación de Buenos Aires
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