La cuestión social estalla en Francia

Francia vuelve a ser epicentro de un movimiento de protesta ciudadana que conmueve la epidermis social y hace temblar la propia marcha del gobierno francés. El motivo de la protesta es un proyecto de reforma laboral que promueve contratos de empleo juvenil flexibles y que una amplia mayoría considera como una amenaza a derechos adquiridos.Pero los impulsores iniciales y protagonistas de esta movilización no han sido en la ocasión las grandes centrales sindicales, gremios o fuerzas políticas opositoras sino organizaciones estudiantiles y manifestaciones espontáneas de ciudadanos. De tal modo, lo que era inicialmente una reacción contra una iniciativa específica se transformó en un movimiento social heterogéneo que implica otras razones de malestar.Esta expresión de la protesta social se sucede a las vividas en anteriores circunstancias frente a medidas económicas o policiales que afectaron a sectores inmigrantes o pobres de los suburbios. También deja una vez más al descubierto la crisis de representación política como fenómeno de características estructurales en la actual realidad francesa. Hace poco menos de cuarenta años, una protesta iniciada en las universidades parisinas terminó con la renuncia del entonces presidente Charles De Gaulle. Era, en aquella época, una expresión del idealismo juvenil, imbuida de ideas revolucionarias y románticas en el contexto de la Guerra Fría. Ahora se trata de una expresión más del malestar por la crisis del Estado benefactor en el contexto de la globalización. Se reclama inclusión social y garantías para los derechos; conservar y ampliar, en fin, aquello que el Estado francés ha sabido otorgar en el pasado y hoy resulta crecientemente amenazado.El movimiento de protesta contra el proyecto de reforma laboral refleja el temor por la pérdida de derechos y la precarización laboral. Se diferencia del movimiento contestatario surgido en los sesenta.

Artículo de opinión del diario El Clarín de Buenos Aires.