miércoles, junio 14, 2006

Advierten que la debilidad de Alberto no es motivo para bajar la guardia

La tormenta tropical Alberto no fue todo lo peligrosa que se esperaba cuando ingresó ayer, poco después del mediodía, por el noroeste de la Florida, mucho más debilitada de que lo que indicaban las proyecciones del día anterior. No obstante, las autoridades están advirtiendo seriamente que eso nada significa, que fue más bien un entrenamiento para lo que nos puede venir durante el resto de la recién iniciada temporada de huracanes. ''Creo que fue una buena lección en términos de preparación, y espero que todas las próximas tormentas que nos afecten este año sean tormentas tropicales y no huracanes, pero les puedo asegurar que si una tormenta mayor nos cae encima tenemos un gran equipo [de recuperación]'', dijo el gobernador Jeb Bush ayer por la tarde tras asegurarse de que Alberto es ahora un problema para los estados al norte de la Florida. Si bien las autoridades estaban preparadas para lo peor, el impacto de Alberto no fue leve, y dejó cuantiosas pérdidas que al final de la tarde de ayer las aseguradoras evaluaban. Alrededor de 21,000 residencias y negocios se quedaron sin electricidad por unas horas en el área de Crystal River y las marejadas entraron tierra adentro inundando decenas de apartamentos en un complejo de condominios frente al mar, mientras que en Cedar Key, un punto particularmente vulnerable de la costa norte del estado, las aguas llegaron a restaurantes, tiendas y calles. La tormenta tropical pasó por el mar frente al área metropolitana de Tampa, pero el oleaje y los vientos se hicieron sentir con severidad en la zona, inundando calles y destrozando una barcaza contra el pilar de un puente que no resultó dañado. Por ello, personas como Steve Kerr, portavoz de la Cruz Roja Estadounidense, cree que es un error pensar que por esta vez ``nos salvamos''.
''Para todo negocio, para una familia, para un propietario, una pérdida es una pérdida. Para una pequeña comunidad algo como esto puede ser devastador'', añadió Kerr.
Cuando Alberto impactó la costa, en el Centro Nacional de Huracanes, en el SW del condado Miami-Dade, decenas de personas miraban con ansiedad los monitores de satélites e imágenes de televisión, recabando los primeros datos sobre la magnitud del desastre natural.

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