
Comenzó el sueño de mexicanos e iraníes en la Copa del Mundo. Se enfrentaban en Nuremberg, dando inicio al Grupo D. El técnico argentino de México, Ricardo Lavolpe, llegó a Alemania sumergido en las críticas de la prensa azteca, y hasta enfrentado con algunos de sus jugadores, por lo que el entrenador "se jugará un Mundial aparte". En tanto, Irán busca avanzar por primera vez a la siguiente fase, luego de haber participado en los mundiales de Argentina 1978 y Francia 1998. Con mucha cautela salieron jugar su partido México e Irán. En los primeros minutos hubo mucha fricción en la mitad de la cancha y parecía que ninguno se animaba a atacar. Se estudiaron mucho y ninguno arriesgaba. Pero los asiáticos se sacaron la "timidez". A los 10, el centrodelantero del equipo, Vahid Hashemian, tuvo dos jugadas claras de gol. En la primera no llegó a conectar un centro atrás, luego de un desborde por la derecha. La pelota terminó en la otra banda, y la recuperó Ali Karimi, que envió el centro. Sólo, Hashemian cabeceó con el parietal derecho. El grito se le quedó atragantado, el arquero mexicano, Oswaldo Sánchez, voló sobre su izquierda y llegó a desviar el balón al córner. Los cachetazos que pegó Irán en los primeros minutos despertaron al "Tri". A los 20, Rafael Márquez, el capitán, avisó de cabeza tras un tiro de esquina. Y siete más tarde, Omar Bravo clavó el 1-0 tras capturar un rebote en el área chica. El gol se originó luego de una jugada preparada, a la salida de un tiro libre por la derecha, que Guillermo Franco se encargó de comandar.Pero el empate no tardó en llegar. Muchos "expertos" dicen que este será el Mundial de la pelota parada. Y luego de un tiro de esquina desde la derecha, el zaguero Yahya Golmohammadi, saltó a cabecear. En la puja en el aire, todos los defensores mexicanos quedaron desacomodados y la pelota quedó boyando en el área chica. El defensor iraní no dudó y le dio de aire. Imposible para el arquero Sánchez. Dos balones detenidos, dos goles. El 1-1 le caía mejor al partido por la paridad que demostraban en el juego. El final del primer tiempo dejó preocupaciones y certezas en ambos equipos. En el segundo tiempo, Lavolpe metió mano en el equipo y realizó dos modificaciones: Zinha por Guillermo Franco y Luis Pérez por Gerardo Torrado. En los primeros minutos el equipo empujó a Irán contra su arco. Pero la suerte no lo acompañó. A los 6, Jared Borgetti sintió una molestia en la parte posterior del muslo izquierdo y fue reemplazado por Francisco Fonseca. Por ende, México cambió a toda su delantera para el complemento. Sin ideas claras, México fue en busca de la victoria. Irán se cerró bien atrás y esperó para golpear de contraataque. La pelota y el campo eran para los aztecas, pero dependían mucho de los tiros libres. Parecía que el único modo que tenía México para desequilibrar era por medio de una pelota parada. Con Irán más preocupado por defender que por atacar, y con un México diezmado, sin su delantera titular, y sin un líder futbolístico que se hiciera dueño de la pelota y del equipo; las jugadas de gol no abundaban en el segundo tiempo. Ante tanta insistencia, el equipo de Lavolpe algo tenía que ligar... La defensa de Irán se había mostrado muy sólida, impenetrable. Pero a los 30, el arquero Ebrahim Mirzapour rechazó muy mal y la pelota quedó ahí, a 20 metros del arco. Pudo haber rechazado el central Rahman Rezaei, pero se la regaló a Zinha que asistió muy bien a Omar Bravo. El goleador de México en la tarde puso el 2-1, y Lavolpe volvió a respirar. Allí, los americanos se relajaron y los iraníes bajaron los brazos. Tres minutos más tarde, el lateral derecho, Mario Méndez, desbordó por su sector y envió el centro. Zinha, sólo, entró por el centro del área y cabeceó de pique al suelo, cruzado. Inatajable. 3-1 y puras sonrisas en el banco mexicano. Fue victoria por 3-1 para México que empezó con el pie derecho. Tres puntos vitales para aspirar a los octavos de final y para revalidar su condición de cabeza de serie del Grupo. Con el triunfo consumado, el plantel mexicano vivió un momento emotivo. Todos los jugadores fueron a abrazar y a dedicarle el éxito a su arquero, Oswaldo Sánchez, que en la semana había sufrido la muerte de su padre. Queda mucho por recorrer, pero sin dudas, México está tranquilo y feliz. En cambio Irán tendrá que replantearse muchas cosas si quiere conseguir su objetivo de avanzar a la siguiente ronda del Mundial.


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