Viajar en avión se está convirtiendo en algo cada vez más incómodo y desagradable. A la complejidad de los aeropuertos y el creciente número de aerolíneas se suman ahora unos controles de seguridad muy rígidos. El último ejemplo se vivió en el Reino Unido. Tras la alarma y las detenciones del pasado día 11 en Londres, se dejó a los pasajeros llevar en la mano tan sólo una bolsa transparente con lo imprescindible. Era comprensible en un día de alerta ante una amenaza terrorista que parecía muy grave. Afortunadamente, se han suavizado las normas en los vuelos a Estados Unidos, Reino Unido e Israel: se permite viajar con un equipaje de mano más reducido y se han vuelto a autorizar algunos aparatos electrónicos, pero siguen prohibidos las cremas y dentífricos.
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