El glaciar Muir, en Alaska, fotografiado el 13 de agosto de 1941.
El fiordo de Tasiilaq, en la costa este de Groenlandia. Allí llega el agua del deshielo del glaciar Helheim. (R.M.)
El glaciar Helheim parece que no se mueve. El hielo, retorcido, quebrado, deslumbrante, blanco con un toque azulado, forma un río descomunal de más de cinco kilómetros de ancho. El glaciar, el segundo más grande de Groenlandia, tiene decenas de miles de años y a simple vista parece inmóvil. Y sin embargo, se mueve.
"Este glaciar va tres veces más rápido que hace 40 años y cada año avanza seis kilómetros. Vierte al mar cada año 12 kilómetros cúbicos de agua", explica en la cima el noruego Ola M. Johannssen, uno de los científicos que mejor conoce Groenlandia. El viaje en helicóptero, la única forma de llegar al lugar, es un lujo. Muy poca gente ha estado aquí. La vista es tan impresionante como los datos: 12 kilómetros cúbicos equivalen a 12 trasvases del Ebro o 12.000 estadios de fútbol vertidos directamente a la bahía de Kulusuk. Como éste, centenares de glaciares vierten actualmente su hielo al Ártico después de centenares de años de estabilidad.
Como saben los esquimales,Groenlandia ha comenzado a fundirse y hay pocas cosas más preocupantes: si se fundiera toda la masa helada, el mar subiría 7,3 metros. Groenlandia es un tsunami a cámara lenta.
Groenlandia es tierra de focas, de osos polares y de inuits (no les gusta que les llamen esquimales) que pescan focas y osos polares. A veces hay también noruegos temerarios que cruzan el casquete helado sólo por cruzar el casquete helado y sumarse a la lista de noruegos temerarios que cruzaron el casquete helado.
Pero Groenlandia es, sobre todo, tierra de hielo. Erik el Rojo llegó allí en 892. Volvió a Europa y para reclutar marinos para nuevas expediciones describió la isla como un vergel. De ahí su nombre: Grønland, que quiere decir tierra verde. El Rojo mentía.
Groenlandia, la mayor isla del planeta después de Australia, tiene 2.175 millones de kilómetros cuadrados cubiertos de hielo, más de cuatro veces España. Sólo en la costa puede vivir alguien: 55.000 personas en pequeños asentamientos.
Hay hielo y siempre lo ha habido. El problema, como explica la directora de la Agencia Europea de Medio Ambiente, Jacqueline McGlade, es que "en las últimas décadas el deshielo se ha acelerado de forma espectacular, algo que coincide con las previsiones de los científicos sobre el cambio climático y el calentamiento del planeta".
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