El presidente George W. Bush, que elabora una reforma de su tambaleante e impopular plan para la guerra en Irak, escuchó ayer al jefe del Pentágono, que acaba de regresar de Irak con una impresión positiva sobre los planes de los líderes del país árabe para lidiar con la violencia sectaria. Se trata de la primera de una serie de reuniones navideñas de alto nivel para ultimar los detalles de la nueva estrategia para Irak que el Presidente planea dar a conocer en las próximas semanas. Gates, en su primera semana como secretario de Defensa, estuvo tres días en Irak antes de dirigirse a Camp David para reportar al mandatario sobre sus conversaciones con líderes iraquíes y comandantes y soldados norteamericanos. El jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, general Peter Pace, que viajó con Gates a Irak, ayudó en la presentación. Bush, que está pasando las Navidades en el retiro presidencial, está acompañado por la secretaria de Estado Condoleezza Rice; el asesor de seguridad nacional Stephen Hadley y el adjunto de Hadley, J.D. Crouch, que coordina la revisión de la política sobre Irak.
La Casa Blaca declinó dar detalles sobre la reunión.
En su viaje, Gates expresó confianza en que los iraquíes pueden asumir el liderazgo en los esfuerzos por reducir la violencia, y advirtió a Siria e Irán que no interfieran en los asuntos de su vecino. Bush ha dicho que no puede decidir un nuevo plan de guerra para Irak sin recibir la opinión de Gates, que reemplazó a Donald Rumsfeld el lunes en la jefatura del Pentágono. Se espera que el Presidente anuncie la nueva estrategia en un discurso en enero. El Presidente está considerando añadir miles de soldados a la fuerza de 140,000 efectivos ya en Irak, para ayudar a frenar la violencia, especialmente en Bagdad. El diario Los Angeles Times dijo ayer que el general George Casey, principal comandante estadounidense en Irak y otros líderes militares inicialmente escépticos acerca de la idea han decidido apoyarla. Gates no ha aclarado por el momento si respalda un incremento de las tropas. Afirmó a la prensa que ha llegado a la conclusión de que es posible una mejora de la seguridad en Irak, aunque precisó que serán los iraquíes los que liderarán ese proceso.
Los demócratas, a punto de tomar el control del Congreso, y otros críticos de la guerra han expresado temor a que las tropas norteamericanas queden estancadas a menos que los iraquíes se vean amenazados con una retirada inmediata de los soldados y obligados a cumplir plazos específicos.
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