Frente a un auditorio juvenil, entre bromas y anécdotas de su infancia, Raúl Castro, el nuevo hombre fuerte de Cuba, despejó anteanoche las dudas sobre un vacío de poder en la isla y sentó las bases de su estilo de gobierno, donde el reparto de tareas y la toma de decisiones colegiada se erigen como pilares básicos. En un discurso improvisado, Raúl aseguró que nunca tratará de imitar a su hermano Fidel, una figura “insustituible” que, en su opinión, sólo el Partido Comunista de Cuba (PCC) en su conjunto podrá reemplazar.
El marco elegido, la clausura del Congreso de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), era muy apropiado para esta suerte de presentación mediática de Raúl Castro. Fue un acto transmitido en directo por la televisión estatal, en el que el presidente en funciones de Cuba –Fidel le cedió temporariamente sus cargos el 31 de julio por problemas de salud– abogó por dejar paso a políticos más jóvenes: “Estamos en un momento histórico porque, queramos o no, ya nosotros estamos concluyendo el cumplimiento de nuestro deber y hay que seguir abriendo paso, paulatinamente, a nuevas generaciones”. Aunque en ningún momento se refirió al estado de salud de Fidel, que está afectado por una dolencia intestinal desde hace cinco meses (de la que no se sabe nada, por ser un secreto de estado), ni transmitió mensaje alguno de su hermano, no dejó de elogiar sus dotes de gobernante: “Fidel es insustituible, salvo que lo sustituyamos entre todos, cada uno en el lugar que le corresponde”. En apenas 35 minutos, sin papeles de por medio y con una buena dosis de humor, Raúl explicó por qué él no pretende ser un remedo de Fidel: “Cuando alguien trata de imitar, fracasa. Yo me quise montar una vez en un caballo en pelo, como vi que lo hacía un muchacho, y cuando traté de imitarlo fui a dar al suelo con todos mis huesos. Un viejito que me ayudó a levantarme me dijo que el que imita fracasa.
Fidel es insustituible, lo sé porque lo conozco desde que tengo uso de razón, no siempre con las mejores relaciones [ ]. Como él dice, yo soy como soy", dijo entre risas. Ya en un tono más serio, trazó de un plumazo su particular visión del quehacer político, muy distinta de la de Fidel. "En estos meses, por designación de Fidel, he asumido algunas responsabilidades estatales. Desde el primer momento establecí que yo no tenía que hablar en todos los actos", explicó a un público universitario que lo ovacionó en varias ocasiones.
La fórmula colegiada es, pues, la adoptada por Raúl para llevar adelante las tareas de gobierno, un método en el que las decisiones se toman por consenso hasta en el Consejo de Ministros. "Esa línea es la que debemos seguir", precisó Raúl, y acto seguido, para dar ejemplo de sus palabras, pasó el micrófono al ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque ("nuestro querido canciller", lo llamó), para que cerrara el acto. Frente a la omnipresencia de Fidel Castro, que durante 48 años ha intervenido en todas las aristas de la vida de los cubanos, desde la educación o la salud hasta la forma en la que se deben cocinar los frijoles, Raúl se presenta ahora como el político que, de acuerdo con sus palabras, escucha todo el abanico de opiniones posible antes de actuar. "Discutan hasta la saciedad y después me traen las discrepancias", les dijo el presidente interino cubano a los universitarios. No obstante, advirtió que las discusiones deben realizarse "en el lugar adecuado, el tiempo oportuno y la forma correcta". Raúl, un general que ha comandado las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba durante medio siglo, reveló anteanoche que incluso en el ejército un jefe puede "decidir lo que quiera" sin consenso. "De las discrepancias siempre saldrán las mejores decisiones", afirmó. "Los discursos se colegian con los cuadros más empapados del tema", enfatizó. Para los asuntos "importantes del Consejo de Ministros solemos hacer igual", añadió.
Sin largos discursos
Hoy está previsto que Raúl asista a la sesión plenaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento), que sólo se reúne dos veces al año. En este foro, Fidel solía pronunciar interminables discursos de varias horas. En esta ocasión, los parlamentarios sabrán que si la sesión se prolonga no será por culpa de Raúl, como él se ha encargado de explicar: "No hay que pronunciar discursos largos, como hace Fidel", dijo su hermano, en su discurso de anteanoche que duró poco más de media hora. "El [por Fidel] tiene cosas que decir, es como un profesor que parte del principio de la repetitividad, para que se nos fijen bien las cosas", justificó Raúl. Consciente del problema generacional que existe en Cuba, cuyos principales líderes son de avanzada edad (Raúl tiene 75 años y sucede a su hermano, de 80), el presidente interino cubano lanzó un mensaje explícito para los más jóvenes. "Nosotros estamos concluyendo el cumplimiento de nuestro deber; hay que darles paso a nuevas generaciones o seguirles abriendo el paso a nuevas generaciones paulatinamente", afirmó.
La intervención de Raúl Castro anteanoche constituye su segundo discurso marcadamente político como presidente provisional cubano, después del que realizó a principios de mes en las celebraciones por el 50° aniversario del desembarco del yate Granma en Cuba, que conmemora el comienzo de la revolución cubana. En ese momento propuso un diálogo con Estados Unidos, que se interpretó como una señal de apertura del régimen cubano. Fidel no regresaría En círculos diplomáticos en La Habana, la intervención de anteanoche de Raúl se interpretó como una confirmación de su liderazgo. "El 2 de diciembre [fecha del desfile militar que conmemoró el 50º aniversario del inicio de la revolución] vimos ya claramente que Fidel no iba a regresar al poder", afirmó un diplomático europeo. "Ahora, Raúl ha dicho con sus propias palabras lo que ya se venía diciendo sobre él, que es un político pragmático, que le gusta gobernar de forma colectiva y que su estilo es diferente del de su hermano, sólo que ahora podemos ver que ya está gobernando plenamente", agregó. Después de cinco meses sin ver a Fidel Castro vestido con su uniforme verde oliva y de casi dos meses sin tener noticias directas de su estado de salud, los cubanos han asimilado que el comandante ya no regresará al poder. Y muchos esperan de Raúl que afronte algunas reformas para solventar la crisis de las economías familiares. "Si mañana Raúl asume definitivamente, todo seguirá igual, o si me apura, mejor", comentó un veterano productor musical de La Habana. "Lo que hace falta es que Raúl empiece a abrir la mano, que se mueva el dominó un poco", exigió Jesús, un albañil del barrio de Miramar.
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