Las lágrimas del viejo Bush

George H. Bush, ex presidente de los Estados Unidos y padre del actual presidente, George W. Bush, lloró en una ceremonia cuando hablaba de las virtudes políticas de otro de sus hijos, Jeb Bush, el saliente gobernador del estado de Florida. Algunos atribuyen sus lágrimas a la avanzada edad del patriarca de la familia Bush, que ya es octogenario. Otros creen, sin decirlo, que se deben a la pena que puede sentir el ex presidente por el fracaso de la presidencia de su hijo, arruinada por la ocupación norteamericana de Irak.

En el Congreso de Tallahassee, el ex presidente George H. Bush se emociona al hablar de su hijo Jeb (der.), saliente gobernador de Florida
Foto: AP

Estas lágrimas tienen sentido político, porque provienen de un padre cuya presidencia, medida y eficaz, contrasta con la presidencia extralimitada y aparentemente disfuncional de su hijo mayor. George H. Bush fue presidente en tiempos difíciles e inciertos, cuando cambiaron los ejes de la política internacional por el derrumbe de la Unión Soviética. Esa victoria norteamericana hubiera podido tentar a cualquiera con la exagerada confianza del triunfalismo. Durante su gobierno (1988-1992), George H. Bush preservó la estabilidad y la legitimidad del sistema internacional, con excepción de la invasión de Panamá; expulsó a Saddam Hussein de Kuwait con una alianza que se autofinanció, conservó la unidad de Occidente y no humilló a los árabes. Las virtudes de estadista de George H. Bush aparecen aun en asuntos que no tuvieron resonancia mundial. Durante el levantamiento del coronel Mohamed Alí Seineldín, en diciembre de 1988, el presidente Raúl Alfonsín, que estaba en Estados Unidos camino del aeropuerto, de regreso a Buenos Aires, se entrevistó con George H. Bush, que era vicepresidente y presidente electo. Bush, en un gesto de solidaridad, recibió a Alfonsín en el living de su residencia, rodeado de asesores. Había fácilmente unas veinte personas. Fue notable, en esa reunión, el grado de preparación del equipo de asesores del futuro presidente norteamericano. Se hicieron preguntas bien informadas y sin admoniciones ideológicas.

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