lunes, marzo 19, 2007

El intercambio comercial, el arma secreta de Teherán

Mientras la Casa Blanca trabaja para impedir que Irán se entrometa en Irak, los aparatos de aire acondicionados iraníes colman los comercios iraquíes de electrodomésticos, los tomates iraníes maduran en las ventanas de las cocinas y legiones de Peugeot blancos, fabricados en Irán, atestan las calles y los caminos. Algunas ciudades iraquíes, incluyendo a Basora, el centro petrolero del Sur, le compran o planean comprarle electricidad a Irán.
El gobierno iraquí confía en que empresas iraníes traerán nafta de Turkmenistán para aliviar una marcada escasez. Los funcionarios iraquíes están estudiando la propuesta de Irán de abrir una sucursal de un banco iraní en Bagdad, e Irán se ha ofrecido a hacer a Irak un préstamo de 1000 millones de dólares. Las economías de Irak e Irán, los dos países con la mayoría más importante de chiitas en el mundo, se están integrando íntimamente, y los productos iraníes inundan los mercados iraquíes, mientras los servicios básicos de las ciudades de Irak son abastecidos por Irán. Después de que ambos países se enfrentaran en una devastadora guerra entre 1980 y 1988, Saddam Hussein mantuvo un duro control sobre el comercio fronterizo, pero éste ha florecido desde la invasión de 2003, encabezada por Estados Unidos. Gran parte del dinero, sin embargo, fluye en una sola dirección: Irak depende cada vez más de las importaciones porque sus industrias han sido arrasadas por las sanciones económicas de la década de 1990 y por la actual violencia sectaria.
La reconstrucción y la seguridad están tan por debajo de las expectativas de los ciudadanos iraquíes que los productos baratos procedentes de Irán y de otros países vecinos suelen ser el único consuelo al que pueden acudir. "En este momento hay en Irak un florecimiento del comercio, pero casi todo en una sola dirección", dijo Barham Salih, el viceprimer ministro de Finanzas iraquí, con respecto a las relaciones económicas con Irán y otros vecinos. "Dejando de lado el petróleo, el resto del comercio es absolutamente desequilibrado." Su "único recurso" Los dirigentes iraquíes del bloque chiita en el poder dicen que las relaciones políticas y económicas con Irán, país gobernado por persas chiitas, se fortalecerán inevitablemente.
Los factores que estimulan ese fortalecimiento, según ellos, son la hostilidad de las naciones árabes sunnitas hacia un Irak gobernado por chiitas, y la ambivalencia de la Casa Blanca hacia los chiitas devotos de Irak. "Si los chiitas no se sienten protegidos, si sienten que lo que han logrado no podrá sostenerse, gran parte de la dirigencia empezará a trabajar en función de Irán", dijo Sami al-Askari, un legislador chiita que actúa como asesor del primer ministro Nuri Kamal al-Maliki, quien es, a su vez, un chiita religioso con estrechas relaciones con Irán. "Los árabes y los estadounidenses dicen que Irán es malo, pero de todas maneras constituye su único recurso", agregó.

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