Las limitadas opciones de Londres

La advertencia del primer ministro Tony Blair de que su gobierno está listo para pasar a "una fase diferente" si Irán no libera a los 15 marines evocó aquí de inmediato el espectro de una escalada de la crisis capaz de conducir a un conflicto bélico. Si ése fue el efecto que logró también en el Golfo Pérsico está por verse, pero no caben dudas de que la tácita amenaza de fuerza es una carta más de la cada vez más pequeña "baraja" británica en el peligroso juego diplomático en el que se encuentra involuntariamente sumido con Teherán. Por más que el clima parece poco propicio para un compromiso, las autoridades británicas siguen apostando a una solución negociada discretamente. En esto podría tener un papel crucial el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, que ofreció actuar como mediador. Alemania, actualmente a cargo de la presidencia de la Unión Europea, fue, junto con Gran Bretaña y Francia, parte del trío de naciones que en 2004 abrieron el diálogo con el régimen reformista de Mohammed Khatami. Más importante ahora a los ojos del intransigente gobierno de Mahmoud Ahmadinejad, Berlín no forma parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que votó a favor de la aplicación de duras sanciones contra Irán por su reticencia a desmantelar su programa nuclear.

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