Consciente de las críticas que arrecian sobre él por su distante actitud hacia América latina durante años, el presidente George W. Bush promovió ayer una “agenda de justicia social” para la región (pasado mañana comienza su gira en Brasil), que incluye la creación de empleos, el desarrollo de mejores sistemas educativos y de salud, y casi ninguna loa al libre comercio. Pero todo esto con un paquete de ayuda que, sumado a los actuales aportes, alcanzaría los 2000 millones de dólares anuales, es decir, menos de lo que el Pentágono gasta en una semana de guerra en Irak. "Mi mensaje para los trabajadores y campesinos [latinoamericanos] es que tienen en Estados Unidos un amigo que se preocupa por su difícil situación", afirmó Bush, en un discurso en el que mechó palabras en español, como anticipo de la gira que lo llevará a Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México. Sólo una vez -y de pasada-, Bush aludió a la Argentina -"Buenos Aires"- durante su discurso de 37 minutos. Fue cuando destacó que en la región, donde varios gobiernos de izquierda llegaron al poder en los últimos meses, se hablan cuatro idiomas -español, inglés, francés y portugués-, pero existe un lenguaje en común: la democracia. Bush también evitó aludir por su nombre a su mayor rival retórico en América latina, Hugo Chávez.
Pero lo golpeó por elevación, al comparar a los máximos próceres de Estados Unidos y Venezuela, George Washington y Simón Bolívar, respectivamente. El desafío fue directo. Bush los recordó para afirmar que llegó el momento de "completar la revolución" que iniciaron ambos héroes, pero de un modo muy distinto de la "revolución bolivariana" que Chávez promete completar en Venezuela para 2021. Bush describió a continuación una serie de iniciativas -algunas vigentes desde su primer mandato y otras, en distintos grados de elaboración o ejecución, ninguna de gran impacto directo en la Argentina-, y los combinó con ejemplos de vida de latinoamericanos que se beneficiaron con la ayuda norteamericana en los campos de la salud, la educación y la vivienda.
Anunció, por ejemplo, el desembolso de US$ 75 millones adicionales para que jóvenes de la región puedan aprender inglés en sus países y también viajar a Estados Unidos para perfeccionarse. Otra iniciativa, una de las que involucraría mayores desembolsos de fondos -US$ 385 millones- buscará facilitar el acceso a las viviendas en la región mediante una ayuda que la Corporación de Inversiones Extranjeras Privadas (OPIC) destinaría a la mejoría de los créditos hipotecarios. Bush comparó incluso su nuevo proyecto con la Alianza para el Progreso, lanzada hace 45 años por el presidente demócrata John F. Kennedy, iniciativa que varios opositores intentan reavivar ahora en el Congreso. Sin embargo, antes y después de su discurso ante la Cámara Hispana de Comercio, abundaron las críticas desde la oposición demócrata y de numerosos expertos. La mayoría se concentró en el "descuido" que mostró Bush por la región desde los ataques del 11 de septiembre de 2001, así como también por las políticas que adoptó su administración ante la crisis financiera de la Argentina de fines de 2001 o el fallido golpe de Estado contra Chávez, de 2002. "En Washington hay una verdadera preocupación acerca de hacia dónde van las relaciones entre Estados Unidos y América latina", recordó ayer el presidente del centro de estudios Diálogo Interamericano, Peter Hakim, en esta capital. "Está claro que hay un gran sentimiento antiestadounidense en la región", agregó.


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