viernes, abril 27, 2007

El mundo no es ni puede ser unipolar: Por Mikhail Gorbachov

Comencé a promover la perestroika a mediados de los años 80 como una política para reestructurar y reformar los sistemas sociales, políticos y económicos de lo que era la Unión Soviética. Semejante cambio era necesario, sobre todo, por motivos internos. Nuestro país vivía en un régimen cuyas principales estructuras habían sido establecidas por Joseph Stalin. La falta de democracia y libertad estaba poniendo un chaleco de fuerza a su futuro. La flexibilización de Nikita Khrushchev, en 1956, y las reformas económicas de su sucesor, Alexei Kosygin, propuestas en 1965, cuyo propósito fue crear incentivos para la iniciativa del pueblo, fueron intentos malogrados para responder a la necesidad de un verdadero cambio. La clase gobernante temía innovar y, con el pretexto de defender las conquistas del socialismo, puso freno al desarrollo del país, impidiendo cualquier reforma. Sin embargo, a mediados de los 80 fue evidente que seguir por los andariveles stalinistas conducía a un callejón sin salida ni progreso. La gente tenía conciencia de que "ya no se podía vivir así". En marzo de 1985, en vísperas de mi designación como secretario general del Partido Comunista, le pregunté a Andrei Gromyko, el entonces canciller, si pensaba que era necesario introducir cambios profundos. Me respondió que "ya no podían postergarse" y que tanto la sociedad como el régimen socialista los necesitaban urgentemente. Le dije que todos comprendíamos lo difícil que eso sería. Pero que debíamos actuar. Gromyko coincidió plenamente.

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