Como punto final de la campaña electoral más impredecible y disputada de la historia moderna de Francia, 44,5 millones de franceses votan hoy para elegir a los dos candidatos presidenciales que se enfrentarán el 6 del mes próximo en la segunda vuelta. La incertidumbre del electorado quedó de manifiesto anteanoche, con una encuesta de CSA que mostraba una primera vuelta que se definía por ajustadísimo margen entre Nicolas Sarkozy (27%) y Ségolène Royal (26%), y François Bayrou y Jean-Marie Le Pen en tercero y cuarto lugar, con el 17% y el 16% respectivamente. Para la segunda vuelta, para la que todos los sondeos vaticinan ya que nadie tendría hoy la mayoría absoluta requerida, CSA anunció un empate en el 50% entre Royal y Sarkozy.
Si bien la mayoría de los sondeos señala para hoy una paridad entre el conservador Sarkozy, de 52 años, y la socialista Royal, de 53, el alto porcentaje de indecisos podría modificar a último momento esas previsiones. El otro candidato con serias posibilidades de llegar al Palacio del Elíseo es el centrista Bayrou, de 55 años. El cuarto pretendiente es el ultraderechista Le Pen.
A los 78 años, el líder xenófobo y racista del Frente Nacional (FN), que se presenta por quinta vez a las elecciones presidenciales, espera repetir la hazaña de las presidenciales de 2002, cuando pasó a la segunda vuelta tras superar al entonces primer ministro socialista Lionel Jospin. Pero esta vez, los sondeos parecen ser menos optimistas.
Los tres candidatos principales representan una nueva generación de políticos que se declaran dispuestos a romper con el tradicional modelo de sus predecesores, surgidos de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. Los tres coinciden en describir a Francia como un país en crisis, víctima de una deuda masiva, alto desempleo, bajos salarios y violencias latentes en vastos sectores marginados de la sociedad.
Durante una campaña que giró más en torno a valores que a la confrontación de programas, los tres pretendientes no dudaron en romper viejos tabúes y se aventuraron en el terreno ideológico de sus adversarios para obtener votos.
Continue leyendo el artículo del diario La Nación de Buenos Aires
Si bien la mayoría de los sondeos señala para hoy una paridad entre el conservador Sarkozy, de 52 años, y la socialista Royal, de 53, el alto porcentaje de indecisos podría modificar a último momento esas previsiones. El otro candidato con serias posibilidades de llegar al Palacio del Elíseo es el centrista Bayrou, de 55 años. El cuarto pretendiente es el ultraderechista Le Pen.
A los 78 años, el líder xenófobo y racista del Frente Nacional (FN), que se presenta por quinta vez a las elecciones presidenciales, espera repetir la hazaña de las presidenciales de 2002, cuando pasó a la segunda vuelta tras superar al entonces primer ministro socialista Lionel Jospin. Pero esta vez, los sondeos parecen ser menos optimistas.
Los tres candidatos principales representan una nueva generación de políticos que se declaran dispuestos a romper con el tradicional modelo de sus predecesores, surgidos de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. Los tres coinciden en describir a Francia como un país en crisis, víctima de una deuda masiva, alto desempleo, bajos salarios y violencias latentes en vastos sectores marginados de la sociedad.
Durante una campaña que giró más en torno a valores que a la confrontación de programas, los tres pretendientes no dudaron en romper viejos tabúes y se aventuraron en el terreno ideológico de sus adversarios para obtener votos.
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