miércoles, mayo 30, 2007

El ahorro que costó 104 vidas

Panamá vivía todavía bajo los efectos de la intoxicación masiva por un jarabe contaminado que, desde octubre pasado, ha causado la muerte de 104 personas, según la asociación de familiares de víctimas, cuando ha sonado de nuevo la señal de alarma. Esta vez, la amenaza proviene de un dentífrico que, aparentemente, contiene el mismo agente tóxico, dietileno-glicol, que llegó a Panamá importado desde China como glicerina pura. "No hemos terminado con el trauma anterior y se nos viene encima el de la pasta dental", dice en su despacho Luis Martínez Sánchez, instructor de la investigación de la nueva mercancía contaminada, que desde Panamá fue reexportada a la República Dominicana, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Colombia.



Dentífrico chino supuestamente contaminado con tóxicos- AP




Los medicamentos se compran al que ofrece el mejor precio, sin valorar la calidad. Primero fue un jarabe contaminado; ahora la amenaza proviene de un dentífrico. El envenenamiento en Panamá por ingestión de un jarabe contra la tos, elaborado y distribuido gratuitamente por la Caja del Seguro Social, es la consecuencia de una larga cadena de actuaciones negligentes que arranca en China y culmina en el país centroamericano. Las autoridades sanitarias creían tener en sus manos glicerina pura en un 99,5% cuando en 2003 llegó al puerto de Colón un contenedor con 46 barriles procedentes del país asiático, que se ha convertido en un gran suministrador de mercancía barata que soslaya los controles indispensables. En realidad, lo que viajaba en el cargamento fabricado por la empresa Taixing Glycerine Factory, en la ciudad de Hengxiang, y expedido por la intermediaria Fortune Way, de Pekín, no era glicerina, sino dietileno-glicol, un disolvente utilizado comúnmente como anticongelante para automóviles y mortal para el consumo humano. El certificado de análisis y la documentación aseguraban lo contrario. La mercancía hizo una escala en Barcelona, donde otra intermediaria, Rasfer International, se limitó a colocar sus etiquetas sin comprobar el contenido de los contenedores. Y así llegó hasta Panamá, donde la importadora, Medicom, SA, alteró la fecha de caducidad, según las autoridades.

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