Reagan, Reagan, Reagan. Biblioteca Reagan, Nancy Reagan sentada en la primera fila del público, y el nombre del ex presidente Ronald Reagan mencionado hasta veinte veces por los diez candidatos a la Casa Blanca del Partido Republicano, que el jueves por la noche celebraron su primer debate electoral. Un debate en el que se exhibió una llamativa solidaridad con la estrategia del presidente George W. Bush en el conflicto de Irak, pero en el que también se demostró la orfandad actual de la causa conservadora y su imparable inclinación hacia la derecha.
Los candidatos republicanos a la presidencia de EE UU- REUTERS
Por mucho que no aparecieran en público fisuras en lo que respecta al principal reto de la política exterior norteamericana en la actualidad, el debate mostró algunas huellas del efecto que Irak, el radicalismo neocon y el fanatismo religioso que Bush aupó han tenido en el, en otros tiempos, liberal y dinámico Partido Republicano.
Tanta mención a Reagan no era más que eso, la añoranza de su conservadurismo optimista y popular, de su energía renovadora y su audacia; la añoranza, en fin, de los tiempos en que el republicanismo representaba la opción de futuro y el pensamiento dominante.
Hoy, los 10 hombres que por primera vez se vieron las caras en el monumental edificio, en Simi Valley (California), que preserva la memoria de Reagan, al margen de sus virtudes personales, intentarán conseguir la victoria en condiciones adversas: luchando por silenciar la herencia de un presidente republicano con una popularidad inferior al 40% y buscando un espacio propio frente a una derecha ideológica que se ha instalado como poderosa fuerza con derecho a veto en el corazón del partido.
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