En medio de la tensión por el enfrentamiento entre Moscú y Washington debido al escudo antimisiles, la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) comenzó ayer en Alemania con un fuerte traspié, al desvanecerse las esperanzas de un acuerdo concreto sobre el cambio climático, que había sido impulsado como el principal tema en la agenda de la reunión anual. Incluso antes del inicio formal del encuentro, durante un almuerzo con la canciller alemana, Angela Merkel, el presidente norteamericano, George W. Bush, se ocupó de aclarar que se opone tajantemente a establecer objetivos firmes para la reducción de gases del efecto invernadero. El punto positivo de la jornada fueron las palabras conciliadoras que Bush dirigió a su par ruso, Vladimir Putin, en un intento de disminuir las tensiones que en los últimos días llevaron a muchos a hablar de una nueva Guerra Fría. Bush expresó ayer un "fuerte deseo" de "trabajar [con el G-8] sobre un acuerdo post-Kyoto" para alcanzar "objetivos esenciales", como la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero dijo que se niega a establecer objetivos "vinculantes". Jim Connaughton, responsable de la administración estadounidense para el medio ambiente, aclaró que no habrá un "objetivo colectivo" sin haber entablado antes negociaciones con China, la India, Brasil, México y Sudáfrica, entre otros países contaminantes.
El primer ministro japonés, Shinzo Abe, respaldó la posición norteamericana. En cambio, Merkel recibió el apoyo del presidente de Francia, Nicolas Sarkozy; del saliente primer ministro británico, Tony Blair, y del jefe de gobierno italiano, Romano Prodi. La canciller alemana había depositado muchas esperanzas en el logro de un compromiso sobre el cambio climático para limitar a 2 grados el aumento de las temperaturas hasta 2050, lo que implicaría reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero con relación a 1990.
Fuente: Diario La Nación de Buenos Aires
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