Una gestión de bajo perfil -continuadora de los pilares económicos trazados antes de su llegada y sin demasiado margen de maniobra para innovar o hacer frente a los desafíos más acuciantes- caracterizó los 592 días que pasó Felisa Miceli al frente del Ministerio de Economía. Llegó el 1° de diciembre de 2005 para reemplazar a quien la había llevado al Gobierno: Roberto Lavagna. El la había designado primero como representante suyo ante el Banco Central y luego como directora del Banco Nación. En líneas generales, la gestión de Miceli logró mantener la mayoría de los indicadores que Lavagna había dejado con rumbo positivo: la economía continuó con tasas de crecimiento del 8 por ciento, el superávit fiscal es del 3,3%, la balanza comercial proyecta un saldo favorable de 10.000 millones de dólares para este año y continuó la suba en la producción industrial. Incluso durante su primer año como jefa del Palacio de Hacienda Miceli consiguió mostrar expectativas inflacionarias inferiores a las de los últimos meses de Lavagna (eso que aún el Indec no había sido intervenido). Además, la relación deuda-PBI bajó del 68 al 63 por ciento. "En lo macroeconómico, su gestión muestra algunos números buenos, aunque también deja una erosión institucional considerable respecto de su predecesor, en especial por lo del Indec", opinó el economista Luciano Laspina, de Macrovisión.
Pero Miceli tampoco capitalizó políticamente su gestión. Se mantuvo en un segundo plano (apenas dio unas pocas conferencias de prensa y casi ningún reportaje, salvo el que se vio forzada a ofrecer por el hallazgo del dinero en el baño de su despacho) y aceptó que fuera la Casa Rosada la encargada de anunciar los logros económicos. En el imaginario político, el presidente Néstor Kirchner pudo cumplir una de sus promesas de la campaña 2003: ser su propio ministro de Economía. "Su gestión fue simplemente servir de instrumento a las decisiones económicas del presidente de la Nación. La verdad es que no me parece que haya hecho una gestión que vayamos a recordar", dijo Aldo Abram, economista de la consultora Exante. Miceli ni siquiera fue responsable de encarar personalmente los dos principales desafíos económicos de los últimos meses, como la crisis energética (bajo la órbita del ministro de Planificación, Julio De Vido) y los controles de precios (un tema de Economía que Miceli manejó en sus comienzos, pero que luego fue monopolizado por el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno). Quizás el rol más trascendente que le tocó jugar fue al principio de su gestión, cuando prestó su firma para la cancelación de la deuda que la Argentina mantenía con el Fondo Monetario Internacional, por US$ 9500 millones, en diciembre de 2005.


No hay comentarios.:
Publicar un comentario