El fuerte sismo que sacudió ayer la costa noroccidental de Japón desató un fuego en la planta nuclear más potente del mundo y provocó que agua radiactiva se derramara de un reactor hacia el mar, un incidente que no se había informado al público. El sismo de 6.8 grados de magnitud mató al menos a nueve personas e hirió a más de 900 tras derrumbar cientos de viviendas y causar fisuras de tres pies de ancho en el suelo. Unas 10,000 personas huyeron hacia centros de evacuación después de que los temblores estremecieron la zona. Decenas de miles de hogares quedaron sin agua o fluido eléctrico. Entretanto, el derrame de agua radiactiva en la central de Kashiwazaki Kariwa no se anunció hasta la noche, muchas horas después de haber ocurrido el sismo. Esto ha desatado nuevas preocupaciones sobre la seguridad de los 55 reactores nucleares de Japón, que suministran el 30 por ciento de la electricidad del país y, en el pasado, han sufrido varios accidentes que no han sido reportados cabalmente.
Alrededor de 315 galones de agua radiactiva parecen haberse derramado de un tanque en una de las plantas y penetrado en una tubería que desemboca en el mar, declaró Jun Ashima, ejecutivo de la empresa Tokyo Electric Power. Ashima agregó que no estaba claro si el tanque había sido dañado o el agua se derramó simplemente. Funcionarios dijeron que no se había producido ''un cambio significativo'' en las aguas marinas cercanas a la planta, que se halla a unas 160 millas al noroeste de Tokio. Elio Brenner, portavoz de la Comisión de Regulación Nuclear de Estados Unidos, aseguró que su agencia le había comunicado al gobierno japonés que estaba lista para proporcionar ayuda en caso necesario, pero añadió que aún no ha recibido respuesta. Brenner expresó que no tenía detalles sobre el incidente. Sin embargo, un funcionario de la industria nuclear, que no quiso ser identificado, amplió que el fuego en el transformador y el derrame de agua ocurrió en sistemas vinculados a reactores diferentes. En Kashiwazaki, el sismo destruyó muchos edificios. Nueve personas de entre 70 y 90 años --seis mujeres y tres hombres-- murieron tras quedar atrapadas por los escombros de sus viviendas derrumbadas, según funcionarios de la Policía Nacional en Tokio.


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