lunes, agosto 06, 2007

Para el Mercosur, el desafío de encontrar una sola voz

En 1997, durante una de sus pocas giras por la región, Bill Clinton dijo en Brasilia: "Yo apoyo el Mercosur". Lo dijo con énfasis, de modo de despejar dudas en esa capital, frente a su amigo Fernando Henrique Cardoso, sobre la intención de Estados Unidos de dividir el bloque. Eran las vísperas de la II Cumbre las Américas: aún no tenía reverso el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) ni tronaban los monólogos contra el neoliberalismo y Estados Unidos del futuro presidente bolivariano Hugo Chávez. En el Palacio del Planalto, Cardoso no discrepó de la idea de suscribir un acuerdo de libre comercio continental. Pidió más tiempo, entre cuatro y cinco años, de modo de adecuar la economía de Brasil al nuevo desafío. En Buenos Aires, apenas arribó Clinton, su anfitrión, el entonces presidente Carlos Menem, dijo que la Argentina estaba en condiciones de incorporarse "ayer" o, si era necesario, "anteayer", al ALCA. Con mayor o menor énfasis, el triángulo formado con Estados Unidos siempre rigió las políticas exteriores de la Argentina y de Brasil; el triángulo y, en ocasiones, los vaivenes de uno u otro vértice hacia un extremo. Aquel contrapunto coyuntural entre Cardoso y Menem no contribuyó a fortalecer al Mercosur como aquello que se propuso ser: un bloque político con una sola voz. Diez años después de la gira de Clinton, el Mercosur, aparentemente revitalizado con la incorporación de Venezuela, o de Chávez, lejos está de ser un bloque político con una sola voz y, menos aún, de tener un solo propósito: en menos de una semana, el presidente de México, Felipe Calderón, recibió una invitación a formar parte de él, formulada por Néstor Kirchner, y recibirá una señal de rechazo a esa posibilidad, decidida por Luiz Inacio Lula da Silva. ¿En qué quedamos, pues? Ni Lula es Cardoso, ni Kirchner es Menem, ni Clinton es George W. Bush, ni el Mercosur es coherente. En todo caso, el Mercosur, bajo su alero, permite ciertas licencias. En México, Kirchner quiso mostrar el perfil de la política exterior de su mujer, la senadora y candidata presidencial Cristina Fernández, menos ensimismado que el suyo y menos atado a dos o tres capitales clave, como Caracas, Madrid y Brasilia. Lula, mientras transita por su segundo y último período, no tiene esa necesidad. En diez años hubo una cumbre inicial de presidentes de América del Sur, organizada en 2000 por Cardoso en Brasilia, en la cual quedó claro, al menos para Itamaraty (la cancillería brasileña), que México iba a tener influencia en el eje Puebla-Panamá y Brasil iba a predominar en el resto de la región. Lo aceptó el inminente canciller mexicano, Jorge Castañeda, en nombre del presidente electo de su país, Vicente Fox, el primero no perteneciente al Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 71 años. Curiosamente, en sucesivas entrevistas durante su sexenio en Los Pinos, Fox dijo a este cronista que México iba a darle "dinamismo al Mercosur" y que había "acuerdos parciales con Brasil y la Argentina y totales con Uruguay y Chile". Cambio de opinión Las invitaciones, según él, habían sido formuladas por Kirchner, por los ex presidentes Jorge Batlle (de Uruguay) y Ricardo Lagos (de Chile), y por Lula.
Sin embargo, Lula cambió de opinión o, al menos, discrepa ahora de Kirchner o de su apuro en incorporar a México al Mercosur. Entre Brasil y la Argentina, al margen del tamaño y la influencia de cada uno, en los últimos años no hubo una definición sobre el liderazgo regional. Cardoso nunca se lo adjudicó; Lula, tampoco. En las crisis regionales, como la boliviana y la haitiana, no hubo preeminencia de uno sobre el otro. La integración pregonada por Lula tiene un límite, empero; un límite no establecido por un muro, sino por la influencia territorial de Brasil y de México, las dos economías más vigorosas de la región. En esa cuestión, el Mercosur poca incumbencia tiene, más allá de su dilema crónico en reducir las asimetrías con Uruguay y Paraguay, puertas adentro, y en evitar ser bilingüe, puertas afuera.

Fuente: Diario La Nación de Buenos Aires

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