domingo, septiembre 23, 2007

La economía paralela se dispara en Cuba



Un mecánico repara un viejo modelo de automóvil ruso en La Habana- AP

Las voces de los guajiros apremian en las carnicerías ambulantes y tenderetes instalados los fines de semana en La Habana por campesinos llegados de la provincia: "¡Aguacate, mango, piña! ¡Caballeros, que me estoy yendo! ¡Bajo precios!". Los mercados callejeros venden en pesos nacionales y surten a los cubanos sin apenas divisas, que permiten el acceso a las tiendas con más género y menos aglomeraciones. "¿Cuántos mangos me da por un euro?". La tendera calcula a la baja porque el curioso es yuma (extranjero) y, presumiblemente lego en conversiones: "O sea, le salen tres mangos".

El 79% de los 11 millones de cubanos nacieron después del triunfo de Fidel Castro. Muchos avispados han invertido en autos de los años 50 y cargan viajeros sobre la marcha

El fuego del Caribe ya no abrasa cuando se adentra la tarde y la expedición recoge los bártulos. Algunos ganaron un buen dinero; otros, no tanto porque la mercancía no se regala. "No se crea usted que me hago millonario, pero esto ayuda", admite un carnicero, que filetea un pollo con la destreza de un cirujano. Un euro cotiza hoy en día a 1,30 de la divisa cubana.

Los verdaderos millonarios son otros: los miles de agricultores privados con grandes extensiones de terreno cultivable y contratos con el Estado, que debe ofrecerles precios interesantes para lograr que se apliquen en la producción de tomates, cebollas o frijoles. Su prosperidad, espoleada por las expectativas del beneficio, es visible en las cuentas bancarias, en su elevado tren de vida, en la perfecta remodelación de coches de la década de los cincuenta, o en el equipamiento de sus casas: frigoríficos de 3.000 euros al cambio, televisores de 1.000 y teléfonos de última generación. "Llegan a los comercios en divisas y los vacían", dice una dependienta. Pero si solucionan problemas de abastecimiento en un país con graves carencias y economía centralizada, el gran poder adquisitivo de estos nuevos ricos no es óbice para la necesidad de un viraje que permita afrontar las insuficiencias del abasto, según la filosofía emanada de un discurso de Raúl Castro, al mando de Cuba.

El viraje, no obstante, es limitado. Nadie conoce la definición de los "cambios estructurales" anticipados, pero el régimen no piensa aprobar la propiedad privada porque la considera contraria a los principios revolucionarios y generadora de una sociedad de ricos y pobres. Sin embargo, maniobra y analiza nuevos conceptos de "propiedad" dentro del socialismo, y tolera una suerte de economía a la cubana para responder a las urgencias de la incesante demanda. Lo hace porque el Estado no puede atender todas las necesidades de una sociedad que ha cambiado a fondo desde el año 1959; no puede, pese a que el comercio con China y el acuerdo petrolero con Venezuela son boyantes, el turismo y las remesas generan cerca de 2.000 millones de euros al año, y pese a que la economía creció un 12,5% en 2006 (en torno al 7%, según mediciones internacionales).

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